VERSOS CRIOLLOS
MiNimiao Di Instrucción PésucA t Féetisióh Social
BIBLIOTECA ARTIGAS
Art 14 de la Ley de 10 de agosto de 1950
COMISION EDITORA
Prof. Juan E. Pivel Devoto
Ministro de Instnicciáii Pública
María Julia Ardao
Directora Interina del Museo Histórico Nacional
Dionisio Trillo Pays
Director de la Biblioteca Nacional
Juan C Gómez Alzóla
Director del Archivo General de la Naaón
Colección de Clásicos Uruguayos
Vol 57
Elías Regules
VERSOS CRIOLLOS
Preparación del texto a cargo de
Josi FsDio BauAh 7 BEMjAKfif Nabum
ELIAS REGULES
VERSOS
G RIOLLOS
Prólogo de
LAURO AYESTARAN
D O M A C i O N
JESUmJ^O SOSA
MONTEVIDEO
1965
D. 3 7 5 S06
PROLOGO
A los 28 años de la aparición en 1894 de los '*Ver-
sitos criollos", Elias Regules lanzó en 1922 la séptima ^
edición de esta obra, ahora con el título adulUgi^q^*^'
había adoptado a partir de 1900: Versos críáUos^'
Fue la última que corrigió en vida y su tiraje, como
el de las anteriores, no fue abundante: según informa-
ción de sus familiares no pasó de los mil ejemplares.
Recuérdese que la primera parte del Martín Fierro
alcanzó en los seis primeros años once ediciones con
un total de cuarenta y ocho mil ejemplares. Agregue-
mos en el caso de Regules las veces que fueron trans-
critos sus versos en periódicos, hojas sueltas y anto-
logias, y sobre todo, copiados laboriosamente en los
vetustos cuadernos familiares de tapas de hule con
aquellas inverosímiles tintas violetas. Aún así no se
explica, por la vía escrita, la socializada extensión de
sus poesías. Una de ellas, "Mi tapera' \ llegó a ser
— y acaso aun es — la más recordada poesía del
Uruguay. La más recordada, digamos de paso, quiere
decir la que más se extiende en la memoria de un
pueblo. Nada más.
Es que un segundo mecanismo se había puesto en
funcionamiento para fijar en la memoria de la colec-
tividad los renglones de Regules, Era un viejo meca-
nismo mucho más antiguo y consagrado que la in^
vención de la escritura sobre la faz de la tierra; y
mucho más poderoso que ella aún hoy: la trasmi-
sión oraL Creo que todos loa orientales, oímos pri-
■ VH
PROLOGO
mero las décimas de 't/íi tapera" y luego, im día, la«
vimos escritas,
A ello de agrega que esa trasmisión oral venía ro-
bustecida por otros mecanismos: a veces nos llegaba
acompañada en el tono de un Estilo o Triste, con que
se cantaba a la guitarra en los albores de este siglo.
En ese caso, la rigurosidad en la trasmisión era per-
fecta y se respetaba "la santidad" del texto original.
La música acompaña la fonética — el color cantante
de las palabras, su matiz sonoro más acabado y re-
cóndito — aún miis que su intención ideológica: co-
mo si la letra comentara la música y no ésta a aquélla.
Pero, ¿por qué este mecanismo había funcionado en
los versos de Regules y no, más arriba, en los de Ju-
lio Herrera y Reissig o, más abajo, en los de Guzmán
Papini, coetáneos suyos?
Si esto se llegara a saber y se pudiera sistematizar
y aplicar para casos futuros, se aseguraría la relativa
inmortalidad de toda poesía. Cualquier explicación
que se dé — ^'tocó las fibras entrañables de su pue-
blo**, "habló con sencillez y en sentido recto**, etc^ —
sería vana redundancia: adivinar lo que ya se sabe
que ocurrió. Además, el autor de un prólogo no es
un augur: se supone que es apenas im hombre que
constata hechos, esclarece zonas oscuras, deja en la
oscuridad lo que corresponde que quede en el miste^
río inefable de la creación literaria y, por supuesto,
levanta un pedestal adecuado para que todos puedan
ver sin distorsiones la obra que critica*
Y la obra poética de Regules se puede estudiar en
tres planos: el artístico, el de su resonancia popular
y otro, en fin, el de su paso a la supervivencia foL
klórica. Desde luego que estos tres planos sufren la
intersección de un cuarto plano: «1 de la doctrina
vm
PAOLOGO
del "tradicionalismo'*, creada por él en forma insti-
tucional en toda América al fundar en 1894 la *'So-
ciedad Criolla", modelo progenitor de los centenares
de entidades tradicionaUstas qu;e abundan hoy en
nuestro continente,
• « *
En el plano estticlamente artístico, si aplicamos un
juicio de valor de acuerdo con los supuestos de la
cultura occidental, la mayor parte de sus Versos
crioüos y, desde luego sus obras teatrales, no so-
portan una riesgosa pulsación crítica. Sin embargo,
hay una página completa, acabadamente tersa, en jus-
to tiempo poético, "Mi tapera", y algunas estrofas de
otras poesías, dignas de la pluma más rigurosa en los
menesteres sagrados y laboriosos del arte. Un com-
positor, Eduardo Fabini, con segura intuición poética,
aisló una sola décima de ^'Despedida'* — en la edi-
ción príncipe titulada "Trovas" — y dio una de las
páginas perfectas de la música uruguaya para canto
y piano bajo el nombre de Triste^. Es aquella que
dice:
"Yo también puedo tener
de afectos el alma llena»
que donde vive una pena
puede brotar un placer.
FueB en todo hay, a ni ver,
dulzura con esplendor:
el tigre tiene su amoFt
su cariño la paloma»
la rosa bnnda su aroma»
y hasta el cardo tiene ílor^**
Otro tanto hizo en la obra coral El arroyo descui'
dada donde Fabini recordó únicamente la segunda
IX
PltOLOGO
décima del recitado de la obra teatral Los guachitos
incorporado luego a sus Versos criollos
Eate era el mejor Regules: el de la entonación lí-
rica, menor a veces y casi familiar, pero con la gra-
cia segura y leve del canto. En otras páginas abunda
la retórica y el lugar común. Funcionan, eso sú pero
como un órgano especial, no literario, que satisface
otras apetencias: no las puramente estéticas»
Es curioso e importante — se me ocurre — obser-
var con respecto a su calidad poética y a la resonan-
cia popular de sus versos, cóino ambas alcanzan sus
cifras más altas en las poesías no dialectales o mejor
aun, no regionales. Aunque parezca extraño, estas úl*
timas son las menos populares y las más débiles: re-
presentan apenas un 10 % de sus Versos criollos.
Es que Regules se ubica en el segundo período en
la historia de la poesía gauchesca. Ello nos impone
una reiteración de las observaciones que estampamos
en 1951 en el prólogo de nuestro libro La primitiva
poesía gauchesca en el Uruguay*, Vamos a volver
sobre ellas.
Pongámosnos de acuerdo sobre un punto: la poe-
sía gauchesca no es la poesía de los gauchos. Es la
sorprendente alquimia literaria de un grupo de es-
critores que fragua uno de los cuerpos orgánicos más
diferenciados y originales de la literatura de las tres
Américas en el siglo XIX« *'Los diálogos de Hidalgo
y de sus imitadores, no tenían un fin poético propia-
mente dicho — escribió Marcelino Menéndez y Pela-
yo — pero no puede negarse que fueron el germen de
esa peculiar literatura gauchescay que libre luego de
la intención del momento, ha producido las obras más
originales de la literatura sudamericana". Y Menén-
Aez y Pelayo sabía con loa bueyes que araba en estoa
X
PBOLOQO
menesteres críticoi sobre la literatura hispánica de
todos loa tiempos.
Una razón de dialéctica política preside esta literatu-
ra augoral gauchesca. origina y pieside después de
1810, Tiene que hablarle al hombre de la campaña
para atraerlo a la causa de la independencia en los
primeros tiempos y escoge un tipo diferenciado: el
gaucho. Se sustituye por éL Mas, no conviene seguir
adelante sin aclarar previamente que el poeta gauches-
co no es un gaucho. Incluso su experiencia anecdótica
del hecho gauchesco no es muy rica. Aunque parezca
extraño, esto es lo normal desde el punto de vista
estético. En cuanto a los fines puramente artísticos,
la experiencia es de distinto orden: está más en la
sustancia que en el accidente, y convengamos en que
la sustancia está dada en las esencias más intransfe-
ribles, por la ceñida precisión de estilo que no deja
paso a divagaciones pretendidamente "literarias*' o,
mejor dicho, retóricas,
Y esto fue lo que se le pasó por alto a Emilio Coni
en su serio y desapiadado libro ^ contra el gaucho
cuando objetó, desde Hidalgo hasta Hernández, pa-
sando por Ascasubi y Estanislao del Campo, la falta
de veteranía de, todos ellos en cosas de campo, sus
equivocaciones en faenas campesinas, en pelajes de
caballos o en el conocimiento de los secretos resortes
que diferencian al "baqueano" del "maturrango^'.
Decíamos que la funcionalidad ceñida de esta poe-
sía era su rasgo más acusado. No fue una preocupación
retórica la que movió a Hidalgo, a Manuel Araúcho
o a Ascasubi^ a redactar sus cielitos, medias-cañas o
décimas. Fue una fulminante necesidad de expresión.
£1 hecho artístico se les dio por añadidura (pero no
por atar) en el ajuste estricto de todos los resortea
XX
PROLOGO
estilísticos, Todos eflos eran escritores de estirpe; con
una naturalidad pasmosa dieron en el blanco de la
poesía.
Y esta poesía tiene, además, varios caracteres co-
munes que conviene examinar pausadamente, porque
algunos de ellos se van a repetir en el caso de Elias
Regules*
Cuando el ^'estilo gauchesco" nace después de 1810,
gu éxito fulminante lo transforma en una afiladísima
arma dialéctica que paga por distintas manos y colo-
res, pero que sigue fiel a su destino de expresividad
del mundo circundante de la hora. Es patriota hasta
el éxodo del pueblo oriental; posteriormente la Banda
Oriental se halla sojuzgada alternativamente por por-
tugueses y brasileños y aparece entonces, en una hoja
impresa^ una de las piezas más espléndidas de esta li-
teratura: el Cielito del Blandengue retirado del que
extractamos sus estrofas pertinentes;
..."No me vengan con embrollas
De patria ni montonera,
que para matarse al fSudo
le Bobra tiempo a cualquiera^. . .
«..'^Cielito, cielo que sí
Cielito de Canelones
Que Patria ni que Carancho
Han de querer los ladrones"* . .
/'Cuatro bacas hei justado
A juem de trabajar,
Y agora que están gordas
Ya me las quieren robar. .
. « . "Cielito, cielo que sí.
Oye cielo mis razones
Para amolar á loa sontos
Son estas regolueiones*'
(Documentos Biatáncow 1821-1825, BU
bliotec» Nacional dm Montevldoo.)
xn
PROLOGO
Ed la década 18301840, se transfoima en vara r©c*
tora de una justicia distributiva contra los malos po-
líticos que se kan enriquecido con la patria naciente,
contra los oportuniatas, contra loa banqueros, contra
los periodistas más ó rnenos venales o ^^papdms'':
../'Venda aunque fuere a sa patria
En cambio de un carachá
Que después todo se olvida*
Y d« ella será fiscaL
GéUtOy clélOf cielito
Cielito viva la gente
Que tiene con tuito el mundo
Un empleo perm8nente''p . • *
«•«**Maniale duro no más
Hasta que muestren el cebo»
Que con los rechupetonea
Que á la pobre Patria dieron,
les ha cresido la panza
Gomo le crese á los cerdos**. . • '
Al estallar la Guerra Grande en 1843, esta poesía
alcanza su tensión máxima y con ella se cierra su prí*
mer período íundacionaL Es el momento en que Hi-
lario Ascasubiy que hacia ya diez años que se hallaba
en Montevideo, encama al Gobierno de la Defensa.
Varios anónimos justifican literariamente al Gobierno
del Cerrito que, en el mismo tono, responde a las an-
danadas del gran poeta cordobés \
Esta es, pues la línea conceptual — '^gauchi-patrió-
tica" entre 1810 y 1820 y "gauchi-política*' entre
1820 y 1851 — que sigue sinuosa y estrechamente
la poesía gauchesca en el Uruguay durante la primera
mitad del siglo XIX.
Se ha repetido insistentemente que la poesía gau-
chesca es anti-pueblerinaé Conviene precisar el tér-
XUI
PBOiioao
mino de *^uebIero*' que casi siempre esta repreaen-
tado en este cuerpo literario, por el "doctor", o mejor
aún, el político que maneja desde su tranquilo bufete
o en las antesalas de las convenciones de paz, loa hi-
los invieibles de la lucba« Convengamos «n que éstos
no son la más limpia representación de los centros po^
blados. Ahora que el hombre normal de pueblo, lo
conoce profundamente — como que vive al lado su-
yo — lo cual explica que el poeta gauchesco, que es
un pueblero, no sea precisamente un tránsfuga. En
realidad "el pueblero'', como "el gaucho^', no son dos
paradigmas un tanto gruesos que expresan dos políti-
cas con todas las miserias y grandezas inherentes. Hi-
lario Ascasubi nos va a exponer en 1833 en Monte-
video con una espléndida claridad esta teoría:
...**A8Í de la paisanada
loB puéblelos con razón
suelen reírse, porcfue saben
que los gauchos siempre son
los pavog que en las cusliones
quedan con la panza al sol;
y el que por fortuna escapa
de cair en el pericón
después de sacrificarse
saca un pan como una flor
cuando tiene por desgracia
de aznmarse a un £guron**. . « '
Admirable anticipo, en el orden literario, de lo que
casi cien años más tarde van a decirnos, a través de
su teatro, Ernesto Herrera o Justino Zavala Muniz.
Y esta diatriba contra el mal político se torna más
directa y acerba aún contra el extranjero interventor
que quiere resolver en pocos días y muchas presiones
y antesalas el conflicto de la Guerra Grande. Oiga-
moft al miimo Ascasubi su interpretación gauclmeA
3av
PBOLOGO
diplomático ÍDglée Lord Howden qmen, en 1847,
caai resuelve la paz en favor de Oribe:
...''Como apareao al milenio
ba caído por esta tierra
un Loro de Ingalaterra
jmo2D lindo para yemo!
Hombre Loro tratador
que en el Río de la Plata
trató con Loro Batata [Oribe]
7 el Loro Restaurador, [Rosai]
Y como tengo mis duda»
de cómo se Uama el hombre,
puea no estoy cierto ai el nombre
es don Júden o den Judas"** • • **
Mai, entremos en los otros caracteres de esta poe-
sia, que tocan de cerca el problema estrictamente li-
terario de ella.
La casi totalidad de las composiciones se hallan cor-
tadas con el patrón del verso octosílabo que las en-
tronca con la más pura tradición hispánica del Siglo
de Oro, La naturalidad plástica de este verso de odio
silabas, que corre con la fluidez de la palabra coti-
diana pero con la gracia del canto, no es solución
caprichosa, sino que obra como un resorte central
dentro de esa maquinaria poética* Es el metro natu-
ral de la lengua española. El empleo del endecasílabo,
por ejemplo, presupone un refinamiento^ incluso una
tensión lírica y espiritual,, distinta de las horas cá-
lidas y cambiantes en que vive esa poesía. Por ello,
salvo en aquellas piezas en que la frase musical de
la danza — una Media Caña o una Refalosa, por
e}emplo — obliga a extender o a acortar el número
de silabas para llenar las percusiones del ritmo so-
noro, en todo el resto reina, soberano, el renglón oo-
toafldio. Así lo veremos i&ucbos añoa más tarde a
XV
PROLOGO
Etiaa Regules. Y este octosílabo le organiza en doi
principios estióficos: el romance y la décima: el pri-
mero de ellos engendra una variante métrica criolla:
el Cielito; la segunda se presenta, a veces, bajo la
forma de Trovo o Glosa. La décima simple es hoy la
estrofa más socializada del folklore lírico musical uru-
guayo y fue implantada decididamente por esta ge-
neración de escritores gauchescos de los albores del
siglo XIX, Actualmente se entona con melodía de Es-
tilo, Milonga campesina o Cifra y sirve de funda-
mento constante para la Payada de Contrapunto.
Entre los caracteres expresivos de la primitiva poe-
sía gauchesca y fuera de su contenido dialéctico de
ama de combate, cabe destacar dos o tres direccio-
nes que tocan más de cerca la calidad sustancial de
esta literatura.
En primer término: es un verbo poético conjugado
en tiempo presente* Nace al calor del día y vive en
su hora más luminoda y asoleada* Ausente de la nos-
talgia de lo pretérito, esta literatura se diferencia cla-
ramente de la posterior gauchesca — Hernández, Lus-
sich, Regules — la cual va a deleitarse, justamente,
con el recuerdo de épocas pasadas. No rememora ha-
zañas; las vive en ese momento y, por ello, quizás,
no les da esa trascendencia resonante con que el re-
cuerdo las transfigura. La muerte vigilante, el supli-
cio, la guerra, son accidentes inevitables y cotidia-
nos que rondan al poeta. El, apenas subraya con un
humor agrio o un sombrío gracejo, estos acaeci-
mientos. La valentía y el miedo no son cualidades
afirmativas o negativas sino lisos y cambiantes esta-
dos de ánimo« Es fineza sicológica pensar que para
ser valiente hay que tener miedo. Desde luego que
hay que superar este último estado' y en ello estriba
XVI
PROLOGO
el punto de la valentía. Quien no siente miedo es sim-
plemente un inconsciente; a veces un irresponsable.
Hay una pieza admirable en ese sentido: Manuel Oribe
anuncia, con varios días de anticipación, que el 25
de agosto de 1843 asaltará Montevideo con dieciocho
mil hombres y cuarenta piezas de artillería. Hilario
Ascasubi, desde la plaza sitiada, no puede resistir
mág la impaciencia de ese ataque que, presumiblemen-
te, habría de liquidar al Gobierno de la Defensa, y le
sale al paso con cuatro décimas como para quebrar
el suspenso y decidir al sitiador a la acción:
..."Pero amigo don Ciríaco
usté solo 80 ha guasquiao
pues nmdes le ha preguntao
SI está en carnes o está flaco.
Con diez y ocho mil j el naco
de los cuarenta cañonea
nos sacan a pescozones;
[qué diablos Be anda empacando!
¿ó sigue siempre esperando
el verano y los melones?
Con seis mil de gente e infantes
toda tropa vioUmsta
|el demonio que resista
y la burra que lo aguante l
Atrepelle y al instante
verá aónde vamos á dar:
¿á qué nos qmere asustar?
¿no es mejor de que mansito s
nos agarre^ tí. toditos^
y nos mande aserruchar'. . , ^
Años más tarde, cuando en 1872 publicó en Paría
sus obras completas, recordando esta circunstancia, al
reproducir la composición precedente, anotó lo que
sigue: *^Con tan terrible amenaza se asustaron todos
lo» sitiado»; y «1 Gaucho [Aacaiubi] má» a»iiatado
XWI
B
que ninguno, apenas atinó a cantar los versos si-
guientes que dedicó al presidente legal, antes del
ataque".
La gracia corre, además, a tubo suelto en este ilu-
minado cuadro de la poesía gauchesca. Una gracia
sana y pimpante que está latiendo hasta en el empleo
del documento escatológico^ esa "mala palabra", que
suena con una limpieza trascendida por su misma ne-
cesidad de irrupción. Eg apenas una interjección. La
imagen vuela con velocidad fantástica desde la más
refinada intención hasta el más grueso epíteto. La
felicidad en la observación directa, la graficidad de
la imagen, se revelan en todas y cada una de estas
poesías: tiernamente amistosa, sombría y sentenciosa,
giaciosa o vigorosamente colorida.
Otra peculiaridad definida de la primitiva poesía
gauchesca finca en el hecho de que el paisaje está ce-
ñido a la dimensión física y espiritual del hombre. El
paisaje es estúpido: ciego, sordo y mudo. Sólo el hom-
bre lo hace hablar. La escala humana se halla siem-
pre presente: no hay descripción que no esté some-
tida naturalmente a una funcionalidad estricta dentro
del poema. Al describir la batalla de Carpintería en
1836, oiremos esta feliz acotación plástica:
... ¿ No han visto cuando hace el viento
Sobre un tngal una raya
Que se diieblan á la furia
Las espigas en batalla?
Pues ansí los milicianos
Se metíeion al fandaoga
Sin desmentir da la lila
La pisada de un cHimango"* . .
Decíamos que una característica definida de todo
éite movimiento reside en el hecho de su organicidad
xvm
compacta. Tieuff algo^ de b coopdrtÍGipikiáóii Gokdi^a
de miionrosGa «BcrítfHres en uw solé ob»; iscliwo
los nombxts dtf Im permiajm Chano, par ajen»-
pío, o Conftxsm*^ pasan do mano en mano: loa Uiatt-
gui7a Hidalgo y los recogie Ascasubi. Pero hay más:
añoB má& tarde, ^'Anastasio el Pollo" de Edtaoisko
del Campo es el filial homeuje al progenitor '^AdÍ"
celo el Gallo" de Aacasubi.
El astilo en eale caso^ ea una gran superestructura,
no una definida expresión personal* el punto de que
si nos propusieran como problema estilíatico fijar el
Aui&i de una composición poética de este grupo, ten-
dríamos qiie recurrir a un auxilio histórico —pensó-
najesr o sucesos a los que se refiere dicha coniposi>
ción y q^e ya trato un. determinado autor— y no
al raatÍK estrictamente literario de la mifima^ que pre-
senta en todos los autores una extraña unidad inque-
brantable. No hay una sola, nota discordante^ Y sin
proponérselo deliberadamente como doctrina estética
nacionalista, sin decretos ni academias, estos escrito-
res dan en la flor mát diferenciada de la nacionalidad*
Por algo el pueblo la Mcga y la fecmuda hiego^ y
la hace aobrevi'nr faa^a nuestros días. Esli ap«rya«ú
iniciahnente en el pueblo — aunqm^ no es obra anó^
nhna de gente de pueblo — y hacia él retoma cuando
muere en el estrato ^'superior^^ sociológíoamenta ha-
blando, se entiende. He aqi^ en verdad ^^la sabia mffár
oukuta de ta muc^e'^ cosió dixia Quevedo*
» » •
Al tétíninio de k Güfivra Grande (1851) ae cierra
el pximer acto de la poesía gauchesca y esta se raooge
sobre s¿ aisBia y se pre^e^a para dos grande» aaftoa;
PBOXfOao
uno se produce en la década del 1860: es el Fausto
de Estanislao del Campo, y otro en la década del
1870: Los tres gauchos orientales de Lussich y la
obra máxima: el Martm Fierro de Hernández*
Esta segunda etapa constituye otro grado de una
misma voluntad estilística. La primitiva poesía gau-
chesca entre 1810 y 1851 — gauchi-patriótica al co-
mienzo y gauchi-política a partir de 1820 — tenia los
caracteres que hemos acotado precedentemente. La
aegunda etapa, aún dentro de la misma línea, posee
otroa: perdida la funcionalidad estricta, sigue dos
caminos: 1^ desciende al lecho folklórico campesino
y late hasta nuestros días como supervivencia: 2^ se
eleva a una categoría artística en el Martín Fierro
de José Hernández que entra a paso firme en la glo-
ria seguido jerárquicamente por dos baqueanos en
estas lides: el argentino Estanislao del Campo y el
oriental Antonio D. Lussich»
La historia de esta segunda etapa se produce asi:
Al terminar la Guerra Grande, pierde función la
poesía gauchesca y se desmaya en malos remedos: en
hojas sueltas que relatan crímenes memorables o re-
voluciones de entrecaaa mucho menos memorables
que aquellos* Entonces, surge en 1866 el Fausto de
Estanislao del Campo. Entroncado con la más limpia
tradición áialoguística de la poesía gauchesca, el
Fausto se levantó a una potencia literaria rica y ela-
borada. Y como toda obra de arte definitiva, hizo
más memorables a sus precursores. La primitiva poe-
sía gauchesca le dio todo resuelto — lo que se llama
la "voluntad estilística" — pero Estanislao del Campo
ajustó y recortó las figuras, los diálogos y la imagi-
neríSy con una intención artística máa calculada.
PROLOGO
El fausto fue construido en cinco dfas al calor de
la inspiración, pero en sucesivaa y pacientes remode-
laciones, su autor fue ajustando todos los resortes es*
tilísticos del poema hasta lograr su versión definitiva:
la del folleto de novienü>re de 1866. Conocemos dos
cristalizaciones anteriores: la del manuscrito que se
conserva en el Museo "Martiniatio Leguizamón'' de
Paraná, y la que publicó el '^Correo del Domingo" de
Buenos Aires el 30 de setiembre de 1866> levantada
luego en "El Siglo" de Montevideo unos días después,
el 10 y el 11 de octubre En un lúcido ensayo» Aina-^
do Alonso esclareció el proceso de sus variantes.
Ajeno al valor puramente artístico del poema,
queda aún en pie un problema a replantear: el
de la validez del tipo de gaucho que encaman Laguna
y Anastasio el Pollo, £1 primero es producto de un
artificio literario : es el interlocutor que, a la ma-
nera de los antiguos diálogos de los tratados cientí-
ficos del Renacimiento, prepara y acompaña las dis*
quisiciones del protagonista* Es un personaje ^^por
decreto^'. El segundo es el verdadero actor de carne
y hueso. Del Campo y sus precursores, tocan un solo
registro en la amplia **tessitura** sicológica del gau-
cho: el de la gracia y el de la picardía. La grandeza
del posterior Martín Fierro estriba justamente en la
amplitud y, consecuentemente, en la variedad de esa
"tessitura",
Pero de todas maneras, del Campo logra los más
finos matices aún dentro de la reducida escala en que
se mueven las voces. Un peligro se cierne, como una
sombra maligna, sobre el poema: lo paródico* Toda
la obra, elaborada a manera de un juego de sustitu-
ciones — evidentemente, Anastasio el Pollo es Esta-
nislao del Campo vestido de paisano — corría un gra^
ve riesge^; ñ 'd eolor se «oentvaba m dirección al
**groteaco^', la obra caía en parodia»
Pero hubo algo que lo salvó de sse riesgo: ei tran-
sido amcír hada el pers^meje^ el humilde respeto ha-
cía el gaucho que «scoge como arquetipo, A au ma-
nera primkmi y Eumbona, Kstanislao del Campo rinde
homenaje al gancho que lleva en sí, ^sacramente,
como la custodia lleva la hostia" como diría Güiral-
¿es pos^eriormeme en la solemne dedicatoria de Don
Segundo Sombra*
En la década del 70 se eonsnma la obra mayor de
la poesía ^tjcíhescfl, el Martín Fierro de Hernández,
precedida unos meses antes por Los tres gauchos
orienksks de Antonio Lussich. Esta última está en
la línea de Ealaníslao del Campo, y aunque Hernán-
dez cono<^6 y alab6 la obra de Lnssieh antes de pu-
blicar la primera parte del Martín Fierro, no puede
bíAlarse 'banradametrte de procedencias estéticas. ¿Re-
sonancias, influencias? Posiblemente. Pero ello no in-
Talida en lo más mínimo la originalidad creadora de
Hernández. También influyeron sobre él Del Campo,
AscasuM e Hidalgo. No es la coyuntura de plantear
aquí este problema ni de resolver en pocas líneas los
caraeteres excebos del Martín Fierro. Digamos, sí,
que Lns^ich e^tá en la dirección más entrañable de
esta segunda etapa de la poesía gauchesca que alcan-
za, indudablemente, su más alta temperatura estética
en la invención hernandíana.
Esta segunda etapa se descompone — a mi ver —
en dos tiempos: el primero «e «iemi con el Martin Fie'
rre (1872) y el segundo con Pafm Brava ÍIQIS"! de
El Viejo Pancfbo; dentro de este último se halla in-
'setta ja cAira de Elias ftsgülea. Puede pensarse en
Htm tÉTrúora etapa dondt ae lorantan los nombres de
non
PBOLOjGO
Fernán Silva Valdég y Pedro Leandro Ipuche. Pero
esto ya es harina de otro costal.
Esta segunda etapa de la poesía gauchesca tiene
un filamento común; sigue siendo un producto de
alquimia literaria; no es poesía del gaucho sino sobre
el gaucho; pero tiene otras variantes capitales: en
primer término su verbo no se conjuga en tiempo
presente: es **el recuerdo de los buenos tiempos vie-
jos". Y éste es un buen truco literario al fin de cuen-
tas, porque resulta que esos buenos tiempos viejos
nunca fueron tales: el gaucho fue siempre un despo-
seído que defendió a punta de facón o lanza su vida
y su libertad. Durante la primera etapa de la poesía
gauchesca, esa lucha esta relatada en tiempo pre-
sente: en la segunda, melancólicamente recordada.
La vida idílica de los campos uruguayos, de la pam-
pa y mesopotamia argentinas y de los '^fundos^' de
Rio Grande do Sul, nunca fue tah Desde los viaje-
ros y cronistas del siglo XVIII hasta los documentos
más veraces de la primera mitad del XIX todos afir-
man de consuno que el gaucho fue, por imposición
de las circunstancias, un desclasado, cuchillero, caba-
llista y nómade; sobre todo y fundamentalmente, con-
trabandista.
En unas preciosas Noticias sobre los campos de la
Banda Orienial de autor desconocido escritas en
1794 se fija claramente el tipo de población de nues-
tra campaña colonial: "En cuatro clases de personas
se puede dividir la población que cubre nuestras cam-
pañas: la de vecinos hacendados dueños de estancias,
la de jornaleros trabajadores o peones de campo co-
nocidos por gauchos o changadores, la de indios mi-
sioneros y la de portugueses'' . . » ^*Los gauchos son
también de dos: d meros jornaleros que sirven al
SOCHI
PROLOGO
que los alquila, o de changadores que viven del con*
trabando y de robar ganado y hacer faenas por un
precio que se concierta con el hacendado que los soli-
cita, Y ambos viven sin domicilio agregados a las
estancias o en el centro de la tierra persiguiendo ga-
nado". Cuando caracteriza al gaucho, este escritor
anónimo lo hace con estas rigurosas palabras; **es
un lina}e de gente que no ha visto la cara al miedo^
que tiene por oficio lidiar con fieras bravas y bur-
larse de ellas con facilidad y que estiman sus vidas
en muy poco y quitan las de gus prójimos con la mis-
ma serenidad que la de un novillo'*. Estos fueron ^''los
buenos tiempos viejos"...^*.
Y sobre elloa vuelven con mirada nostálgica los es-
critores gauchescos de la segunda mitad del siglo XIX,
entre ellos, en las postrimerías de esa centuria^ Elias
Regules, paradigma de esa obsesión literaria*
* * •
Un segundo plano a considerar en la obra de este
escritor es el de la resonancia popular de sus versos.
La importancia de Elias Regules se verifica por el
hecho de que sus motivos o sus imágenes IJegan a
ser más memorables que el propio autor que las creó.
Como es frecuente en casos similares hay un momen-
to en que se olvida el nombre de su autor, pero se
repite el motivo o la imagen con porfiada exactitud:
"co^as chicas para el mundo pero grandes para mi'\
por ejemplo.
Y la popularidad alcanzada por vía oral por Re-
gules se puede verificar por varios caminos. Quiero
ceñirme a uno de ellos: el que corresponde a las ve-
ces en que sus versos fueron cantados en forma no-
XXIV
PROLOGO
tona y tangible a través del diflco a partir de 1905
ó 1906 en que en el Río de la Plata cundía en forma
extensiva el disco plano de Berliner inventado en 1900,
podemos certificar las siguienteg versiones: 1^ ¿Por^
qué?^ Columbia T. 163, Estilo por Arturo Navas; 2^
Mi tapera^ Columbia T. 169, Estilo por Arturo Navas,
y Uruguayo 20.512, Estilo por Arturo Gobbi; 3"?
Serenata de Los Guachitos^ Artigas N"^ 60.339, Sere-
nata por Arturo Navas; 4*^ Por ella^ Columbia T. 145^
Estilo por Arturo Navas; 59 Él criollo americano^ de
El Entenao^ Columbia T. 155, Estilo por Arturo Na-
vas, y Artigas N^ 60.300, Estilo por el mismo ; 6*^ Ma-
reo, Columbia T. 176, por Arturo Navas; 7^ Contra-
punto criollo (Payada), Víctor 69.969-A y Victor
N^ 62.205-A, Milonga por Arturo Navas, y Artigas
N*? 60.331, por el mismo; 8^ El viejo Tomás Paredesy
Victor W 62,203- A, por Arturo Navas; 9^ La Despe-
dida. Victor N^ 69.970^B, Estilo por Arturo Navas {es
la letra del Triste para canto y piano de Eduardo
Fabini)* Estas son únicamente las que figuran en la
colección de una sola persona, la del que escribe este
Prólogo. Debe decirse que todavía hoy en las ferias
montevideanas y en las casas de lance del interior y
de la capital del Uruguay y de la Argentma, suelen
lograrse gastados ejemplares*
Esta forma de irradiación cubrió una vasta área
que abarca el Uruguay y casi toda la Argentina con
excepción del norte. Sólo así se explica cómo algunas
de sus composiciones estén "en estado folklórico" en
esas regiones, perdido el nombre del autor en casi
todos los casos.
Cuando la Ley Juan P. Ramos (N"? 4874) enco-
mendó, como 65 sabido, a los maestros de la Argen-
tina, recoleclar en 1921 las supervivendae folklo-
XXV
PBOIiOGO
ricas, varios versos de Regules aparecieron entre los
millares y millares de textos literarios enviados desde
todo el ámbito del país. Los maestros, pese a la car-
tilla que los aleccionaba en esta tarea de cateo fol-
klórico, no eran, por supuesto, hombres de ciencia
folklórica (puede pensarse que eran honrados aficio-
nados), pero quienes trabajaron con esos riquísimos
materiales que se conservan en el Instituto de Litera-
tura Argentina de la Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad de Buenos Aires, eran en cambio
expertos en estas lides. Uno de ellos, Ismael Moya, de
indiscutible talla^ recoge en el segundo volumen de
su Romancero una versión de **Tomás Paredes"
recolectada en San Luis, provincia mediterránea ar-
gentina, que no es otra cosa que la composición de
Elias Regules con pequeñísimas variantes y un es-
trambote final, este sí de indudable prosapia folkló-
rica. Este estrambote consiste en dos estrofas nuevas
que, a manera de "moraleja^* se agregan a las bien
conocidas de la paródica invención de Regules sobre
el esquema del Viejo Vizcacha. Dice así:
...Bajen ángeles del cielo;
ayúdennien a sufrir
hasta la hierba que pito
ha de dar en contra mí.
Se murió el viejo Paredea;
se acabaron miserableg
la historia queda en los libros
para que la cuenten los pobres/*
*'E1 Viejo Paredes" que es la relación del pechador
de la obra escénica de Regules El entenao, estre-
nada por Podestá a fines de 1892, había aparecido
desde la primera versión de los Versitus criollos
impreso dos años étepuÍB.
PROLOGO
Una vez más repitamos qtie los bechos folklóricos
no son folklóricos '^per se'^ sino que están '^en es^
tado folklórico" cuando se hallan condicionados por
ser euparvivencíaa, y caracterizados a menudo por ser
orales, anónimos, funcionales, colectivos, tradiciona-
les, espontáneos y vulgares^
En nuestros viajeg de recolección folklórica por el
Uruguay iniciados en forma sistemática en 1943 re-
gistramos ya en disco al comienzo, ya en cinta mag-
nética luego, más de 4.000 melodías entre cuyas le-
tras aparecieron varias veces los versos de Regules.
Los informantes, a menudo ignoraban quién era su
autor y cumplían con todas las otras notas caracteri-
zadoras que hemos enumerado. El texto de Regules,
en ese momento, estaba en estado folklórico*
« # «
El último punto a plantear en este pórtico a los
Versos criollos es el que corresponde al plano de la
doctrina del ^tradicionalismo"' que intersecta los tres
planos anteriores y que, indudablemente, fue creada
por él en forma institucional al fundar el 25 de agosto
de 1894 la Sociedad Criolla con otros 32 orientales
— todo fue calculado : Treinta y Tres Orientales un día
de "íiebta patria'' — bajo k carpa del Circo Podestá-
Scotti en Montevideo.
A la semana, el 2 de setiembre. Regules leyó en el
paseo a la quinta de Risso el primer manifiesto de la
novísima institución que, con otros que elaboró pos-
teriormente, sentó las bases del tradicionalismo y dio
origen a innumerables instituciones de esta índole
que viven boy en Sndamérica, pcxr lo nomm todas ha
xxvn
PBOX.OGO
que existen en el Uruguay, la Argentina y el sur del
Braeil, hasta donde llega nuestra información.
Pero el tradicionalismo de Regules era activo y
crítico, contra lo que se cree comunmente. No se tra-
taba de tradicionalizar prepotente o beatíficamente
todo, sino aquello que convenía al mejoramiento de
la colectividad ya en el orden espiritual, ya en el ma-
terial y dar a ese "corpus" doctrinario una cohesión
anímica. Ahora que lo que él creía que era un me-
joramiento puede pensarse que a veces no era tal.
Pero lo hacia honradamente y con un ^^realismo^* que
aún hoy asombra.
Regules no acataba a ciegas todo lo que venía por
la línea de la tradición. Por ejemplo: era tradicional
curar la "culebrilla" con ^^santiguados'". Como médico
higienista que era, batalló largamente no sin cierta
sorna contra esta práctica. Era tradicional calarse el
pesado birrete en la colación de grados de la Univer-
sidad de Montevideo. Pues cuando tenía 18 añog fue
suspendido por dos años en la Facultad de Medicina
y amonestado severamente por negarse a esta tradi«
cionalísima práctica: **La8 Universidades — son sus
palabras — que para la recepción de grados imponen
ceremonias ridiculas, son un vejamen al adelanto del
siglo XIX... ''^^
Regules estaba firmemente plantado en su medio y
no se dejaba rebasar ni le hacia el juego a quienes
querían arrastrarlo a una cómoda actitud pasatista
para seguir bajo cuerda con sus turbios manejos, con
sus oligarquías secretas o descaradas. Desde luego que
tampoco le hacía gracia el petimetre criollo que ponía
los ojos en blanco a todo lo que llegaba de París, al
mismo que detestaba a los malolientes paisanos orien-
tales» la sal de la tierra^ los pobrea. A estos ''mozos
xxvm
PUOLOOO
bien" los castigó con sus celebradas décimas que aún
hoy todo el mundo repite. A los primeros, los sofrenó
con varios versos de musitada violencia (de ^^conte*
nido social'^ se diría hoy en una socorrida expresión),
en favor de sus compatriotas pobres y sometidos a
injusticia por ello mismo:
».."el perseguido del juez»
el entenao de esta tierra
que es el primero en la guerra
pa ser última después.».**
(De El Eattnao)
..."Naide lo ampara dí cuiday
Naide le ofrece perdón,
que la carne de cañón
7 el siervo de mil señores
no tiene más defensores
que su astucia y su facón^..**
(Sin Derechos)
..."[Pobre gaucho! ¡si oí eacar
su sable por su bandera,
fuese algo más que escalera
donde otros van a pisar l..."
(De Vuelta)
En otros casos se anticipa a Florencio Sánchez (Ba^
rranca abajo), a Ernesto Herrera, (El león ciego) o
a Justino Zavala Muniz (Fausto Garay un caudillo),
con estos vigorosos versos cpie aparecieron por pri-
mera vez en la edición de 1900:
. » .^'Nacido para señor
de la selva que domina
ha sembrado la colina
de hidalguía y de valor*
Hombro de alma saperíor
supo ser luobls y auatero,
su palabra fue de aceio,
no precisó doGumentos
y cumplió sus juramentos
como el mejor caballero.
Hoy no >ale una pitada
porque no se necesita,
boy es de raza maldita
que Ao Birre para nada.
Si tuvo alguna jornada
de la que quede el reflejo,
es sólo recuerdo añejo
que debe ^er olvidado,
aunque sea oro sollado
es ofo... bastante viejo.,.**
(Oro Viejo)
La doctrina del tradicionalismo no surgió como un
OCIO literario ni como m amor estúpido o irrazonado
hacia los buenos tiempos viejos; mucho menos como
justificación placentera de una clase patricia que de-
clinaba en su poderío económico frente a una pe-
queña burguesía que iba quedándose con sus rentas
y propiedades. Debemos decirlo con claras palabras:
nació contra los inmigrantes, contra los braceros que
desplazaban con sus bajos salarios — y sus buenas
ganas de trabaj ar — a loa campesxnog de estas tie-
rras (por curiosa paradoja hoy el tradicionalismo es
fuente de integración social: gran parte de sus adep-
tos son criollos de primera generación que honora-
blemente quieren entroncarse con las raices sociales
del país, lo cual está muy bien y justifica ampliamente
la obra de las sociedades de esta laya). Pero en su
época — fines del siglo XIX — esto hay que enten-
derlo a la luz del hecho sociológico, es decir "como
una cosa'' al decir de la ley fondamental de Durk-
X9K
héim; con la estricta frialdad un teorema matv^
mático que hay que demostrar. Después se verá las
proyecciones que pueda tener, pero esto no cumple a
la sociología sino a la política en el sentido más le*
vantado.
El Uruguay había recibido durante y después de la
Guerra Grande finalizada en 1851 una pondcrable in*
migración italiana, española y francesa, Angel Rama,
en un lúcido comentario sobre Elias Regules^' re*
cuerda las palabras redactadas por el autor de lo»
Versos criollos en la polémica sostenida contra Car^
los Blixctt en 1894, Decía don Elias:
'^La inmigración provechosa es la que, apareciendo
atiompañada de grandes capitales, lleva a cebo me jot-
ra* positivas, en cuya realización y sostenimiento apli-
ca lag fuerzas locales, con efectivas ventajas para to-
dos. No se halla en este caso la que ha venido con-
tratada por algunos gobiernos antipatrióticos, esa que
apastada por el hambre cróftica, salió de Europa
para comer en el Uruguay el pan que debía corres-
ponderle al paisano, la misma que sin destino inme-
diato^ pisó nuestros mueUes con el estómago vacío
para ir llenándoselo en un costosísimo Hoteil de In-
migrantes y diseminarse dec^més por la República m
más trascendencia que el perjuicio fiyidenUí de haber
aumentado el divisor,"
Quien lea hoy este párrafo y se detenga sobre todo
en aquello de una inmigración ^^acompañada de gran*
des capitales^', piensa a primera instancia que Regu-
Ifcg tenía la estructura mental de un "reaccionario''.
Pero esto es un anacrónico: es querer esclarecer el
pasado con los índices de medición y luego con los
adjetivos que se inventaron luego para esclarecer el
presente. Además, aislar este párrafo del contexto de
XXXI
FmOI.OGO
BU doctrina, es drtilugio poco Kmpio, Hay que criti-
carlo a la luz de su pensamiento entero y bien expli-
citado^ y este pensamiento tiene sus sectores poco
claros y aún erróneos, pero en su integridad o&tenta
una pausada dignidad» Por ello formamos un apén-
dice con 8U5 prosas tradicionalistas» El hombre orien-
tal y por extensión el Hombre, debe encontrar en la
relación entre sí mismo y la tradición críticamente
depurada, una de las formag nobles de comportamiento
societario (que^ además, no es la única)»
El hombre nace condicionado — no calificado —
por la tradición, pero esa tradición va a ser criticada
por él consciente o inconscientemente, y luego acep-
tada en parte y rechazada en parte aún en los más
grandes y trascendentes movimientos del espíritu. De-
cía Igor Strawinsky que ^^una tradición verdadera
no es el testimonio de un pasado muerto ; es una fuer-
za viva que anima e informa el presente. En cierto
modo es cierta la paradoja de que todo lo que no es
tradición es plagio...'^".
La tradición, en muchos, es información ostentosa.
Para ser asimilada en todos sus más esplendentes atri-
butos, tiene que ser cultura, es decir, ^'categoría del
ser'\ no del mero "saber", ni aun del "sentir", se-
gún la fórmula de Max Scbeller* Debe llevarse como
la piel, no como el vestido* Uno se da cuenta cuando
una persona es inculta; no cuando es culta; porque
en este último caso procede con tal natural gracia
que nadie se percata de que es culta.
Esta es la flor del tradicionalismo y no la osten-
tación dominguera y prepotente, la peña bullanguera,
la asociación de declamadores tradicionalistas. Regu-
les, que fijó su doctrina, la cumplió a veces en sus
versos más bellos, no en sus caballerías piafantes y
XXXlí
PROLOGO
maturrangas de las conmemoraciones cívicas* Y fue
en esos versos con levantada intuición creadora en
que tocó los inefables extremos de la tradicionalidad
en los rigurosos campos del aite. Dijo en una de sus
'Velaciones para Pericón":
.,/*Dios tr conserve tan linda
guampíta de caracol
espuma de apoyo gordo
florcita de mirasol..."
He aquí la copla^ la vieja copla hispánica que ha
engendrado una hija americana que no desmiente su
estirpe aunque se diferencie de ella.
"¿Pero esto viene de España?*' dirá desilusionado
algún tradicionalista distraído que cree que la cultura
nace por generación espontánea, que es "autóctona",
( ¡ Cómo si fuera ^'autóctona" la música precolombina
— no ya sus supervivencias — que nos viene por el
estrecho de Behring o por la Polinesia!)
Sí, esa vieja copla hispánica es la madre* Pero esa
copla hispánica, a su vez, tiene una abuela arábiga
(el "zéjel") o romana o fenicia o qué sé yo. Pero
yo vengo de mi madre. Y yo no soy mi madre.
Lauro Ayestarán.
3
xxxin
NOTAS
1 La bibliografía de la obra de creación y compilación de
Elias Regules publicada en vida del autor* puede articularse
asi, por orden cronológico:
13 Recules. Elías {1861-1929)
Vendajes compresivos de la pierna Teais para optar
al grado de doctor en Medicina y Cirugía. Montevideo,
facultad de Medicina» 1BB3 37 p.
2] Disposicioines legislativas nacionales con interés médt-
co'legal ColecclonadaB PAra los estudiante* de la Fa-
cultad de Medicina Montevideo, Imp Hural, 1692 60 p,
3] Disposiciones Nacionales con interés médico-legal Co-
leccionadas pira loa estudiantes de Medicina Monte-
videoi Facultad de Medicina. Aula de Medicina Legal»
1915 50 p.
Dlilere en algunas disposiciones con la anterior.
4] Disposiciones Nacionales de interés médico-legal. Co-
leccionadas para los estudiantes de Medicina Montevi-
deo, Imp- Artística de Dómale che Hnos,, 1924. 96 p.
Difiere en varías disposiciones con las anteiiores
5] Versitos crioUos Montevideo, Imp Rural, 1894 41 p
6] Versos cnoUot. (2* edO- Montevideo. Imp- Latina, 1900.
74 p
Se suprime la composición ''iViva'" que no figurará
en adelante y se alegan otras
7} 3f «d. Montevideo. Talla. Grá&. Lacasaagne, 1906 OS
P II
Se agregan algunas piezas.
8J 4a ed Montevideo» Talls. Cráfs Juan Fernández, 1911
118 p n.
Se agregan algunas piezas.
91 5" ed. Montevideo, Lib Mercurio, 1915. 134 p. II.
Se agregan algunas piezas
10] 6» ed, Montevideo. Lib Mercurio, 1916 144 p. II
Se agregan algunas piezas.
11] 7* ed, Montevideo. Lib- Mercurio, 1922, 150 p II
Se agregan algunas piezas
12] Pasto de cuchilla, Montevideo, Tip. Criolla, 1904. 32 p
13] Renglones sobre postales Montevideo, Imp La Rural,
190B. 35 p.
14] Vevnte centesimos da versos Para una estatua a Ar-
tigas en la Sociedad Criolla. Montevideo» Talls Gráfa.
Juan Fernández, 1911. 16 p.
xxxnr
PROLOGO
15] MI pago. Montevideo, PeAa Hnoa*, 1^ 16 p.
16] lAbertad o muerte, Montevideo. Lagomarslno Hnos,
1925. 4 p
17] hos ffua€hit08. Comedia cnolla. Montevideo, Peña Hnos .
1027. 48 p.
2 Eduabdo FabenX' Triste^ para canto y plano L-etra de
Elias HegiUes Montevideo. Conservatorio Nacional de Música,
1954.
3 El arroyo descuidado, letra de ISUas ReguIeB, música
de Eduardo Fabíni para 3 voces femeninas, bajos y orquesta
iue estrenada en el Teatro Artigas dti Montevideo el 14 de
octubre de 1924 por la Asociación Coral de Montevideo» bajo
la dirección de Carlos Correa Luna.
4 Laubo AyestahAn: La primitiva poesía gauchesca en el
ÜTttguay, vol I Montevideo, £1 Siglo Oustrado, 1950,
5 Emujo Comí El Gaucho, Buenos Aires, Editorial Sudame-
ricana, 1945.
6 Manuchd: Cielito, en 'El Recopilador^, Montevideo, 12
de noviembre de 1831.
7 AtrrOR Desconocido* Cotnbersocion de Ttctt v Cachangot
en "El Domador". Montevideo. 19 de marzo de 1832.
8 Autor Desconocido; Tónico para los salvages «míanos,
tan hambrientos como rotosos que se hallan encerrados en
la infeliz plaza de Montevideo, hoja, suelta impresa reprodu-
cida en el artículo de Aquiles B Qribc: La Literatura de
combate durante la Guerra Grande, aparecida en el tomo
"Conferencias del curso de 1937". Montevideo» Instituto His-
tórico y Geográfico del Uru^ay, 1938, p, 271.
9 Hilario Ascasubi Jacinto Amores, gaucho oriental, ha-
dándole á su paisano i^tnton Peñalva, en la costa del Que-
guay, una completa relacidn de las fiestas dmcas, que para
celebrar el aniversario de la jura de la Constitución orien-
tal, se íiícicron en Montevideo en el mes de julio da 2833
Según "El Universal", Montevideo 21 de setiembre de 1833
publicóse en Montevideo y hallábase en venta en la librería
de Ignacio Sulian La transcripción ha sido tomada de*
HluiRio Ascasubi: Paulino Lucero ó Los gauchos del Rio de
la Plata, Paría, Paul Dupont, 1872, pp. 1 a 33
10 HitABio AscAsmi: Remitido, aparecido en "£I Conser-
vador", Montevideo 24 de julio de 1847. Publicado luego en
*'Paulino Lucero ó Los gauchos del Rio de la Plata" París
Paul Dupont, 1873, pp 391-392, de donde hemos tomado esta
transcripción.
11 Hilario Ascasubi: j Véanlo a Espadín falstando al fiudo^
en "El gaucho Jacmto Ciéío", N« 12 Montevideo, iv de se-
tiembre de 1843.
12 HiLAitzo Ascasubi Paulino iMCero ó Los gauchos del
Rio de ta Flota. Faris. Faiü Dupont, 1873, pp. 149-151.
XXXV
PROLOGO
13 Pehico Cielo* composición en verao sin título publicada
en el periódico *'£1 Defensor de las Lteyea"j Montevideo. 3 de
diciembre de 1836
14 Lavro AvestarAn: La prxmera edición uruguaya del
Fausto de Estanislao del Campo. Montevideo. Universidad de
la República, Departamento de Litei atura Ibero Americana,
1959
15 Rogelio Bitno Stívano* Dos noticias sobre el estado de
los campos de la Banda Oriental al finalizar el siglo XVUI,
en "Revista Histórica", Montevideo, Museo Histórico Nacio-
nal, 1953, año XLVII, tomo XVIU, Nos. 52-54, pp. 346 y 381
16 Ismael Moya: Romancero Buenos AireSi Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Ins-
tituto de Literatura Argentina, t. TI, p 403.
17 Horacio Abtuho Pebrer: Colacionen de grados^ disíiMti-
V05 y colores en la Umuersidad de la República Monte^adeo,
Rectorado de la Universidad de la República 19C3, p. 35
IB Ancel Rama: Regules, inventor de la tradición, en
"Marcha'*, afio XXIII, N« 1051. Montevideo, 24 de roar^o
de 1961.
19 Igor Sxbawxnsky: Poética Mtistcal (Traducción de Eduar-
do Grau) Buenos Aires. Emecé, 1946, p. 79
xxxvi
EUAS REGULES
Elias ReguIeB, hijo de Elias Regules y Manuela Uriarte«
nació en Montevideo el 21 de muzo de 1861 y los veranos de
BUS años de infancia y adolescencia tranacumeroii en el cam-
po que poseían sns padrea sobie la costa del arroyo Malbajar
próximo a la población de Sarandí del Yí, en el corazón del
~ Uruguay. En 1873, radicado en Montevideo, ingresó en la
enseñanza secundaria y el 10 de agosto de 1875 fundó la So-
ciedad Universitaria, de tendencia liberal, que luego se fu-
sionó con el Ateneo de Montevideo. En 1883 6e graduó de
doctor en Medicina y Cirugía y dos años más tarde ocupó la
cátedra de Anatomía en la Facultad de Medicina y de Hi-
giene y Medicina Legal en la de Derecho: en este campo
docente publicó varios folletos. En 1889 fue designado decano
de la Facultad de Medicina, cargo que desempeñó hasta 1898.
Hacia 1892 la compañía Podeetá-Scotti dio a conocer sus
obras teatrales El cntenao y La viveza de Jiiancito, y poste-
riormente su adaptación escénica del Martín Fierro de Her-
nández. En 1894 cumplió tres importantes tareas: estrenó en
Paysandú su obra teatral más conocida, Los guachitos^ fundo
la "Sociedad Cnolla" juntamente con treinta y dos compa-
triotas, inicial institución tradicionabsta en América, y publicó
la primera edición de sus Versitos cnollos. En 1898 fue de-
signado miembro del Consejo de Estado durante el gobierno
de Juan Lindolfo Cuestas y al año siguiente fue electo dipu-
tado por el departamento de Rocha en Tepresentación del
Partido Constitucional. Durante la revolución de 1904 coman-
dó la expedición sanitaiía a Masoller y en ese mismo año pu-
blicó su folleto Pasto de cuchilla. En 1922 fue nombrado
Héctor de la Universidad» cargo qne ocnpó Kasta 1928. Al
ataidecer del 4 de noviembre de 1929 falleció repentinamente
en su chacra ^Ta Margarita" en las afueras de Montevideo, a
los 68 años de edad, después de haber visto crecer y desa-
- rrollarse por toda América laa instituciones tradicionaliatas
cuya doctrina inicial, precisa y crítica» promoviera a fines
del pasado siglo.
xxxvn
CRITEmO DG LA EDICION
El modelo de la presente edición de los Versos erioUos
corresponde a la séptima, impresa en Montevideo, TaUs. Giái
de Id Lib. Meicuríoy 1922, la última que conigió en vida au
autor. Regules publicó en ''£1 Fogón", en otras revistas y en
folletos un elevado número de poesías de circungtanciaB que
fomiirían ua volumen equivalente al de los Versos criollos.
Pero su voluntad implícita de no cobijarlas (salvo algunas de
ellas) bajo este título, está bien clara, ya quo pudo hacerlo
^ y no lo hizo ^ en la nltima edición que corrigió personal-
mente. Originalmente» el título de la primera edición de 1894,
fue V erutos criollos; a partir de la segunda, aparecida en
1900, su título paaó a inscribirse como Versos criollos.
La presente publicación, conserva la puntuación original
pero se atiene a las nuevas normas de la Academia Española
en lo que se refiere a la acentuación.
L, A.
xxxvm
VERSOS CRIOLLOS
RUMBO
No hay luz. Una sombra ya
ha borrado el horizonte,
y en la cuchilla y el monte
la noche durmiendo está.
En vano la vista va
buscando extraño fulgor,
que al mirar en derredor,
todo el espacio apagado
parece un mundo enlutado
por implacable dolor»
Morales, el paisanito
de las costas del Tornero,
va en el lomo de su overo
caminando al trotecito.
Lleva el rumbo bien escrito
en su mente y en su tino,
que hasta la *^Estancia del Pino",
conclusión de sus jomadas,
hay diez leguas acostadas
a lo largo del camino,
Y entre el monótono ruido
del trote lento y pesado,
y el barullo del recado
que se queja de oprimido
y entre el alegre silbido
y la marcha acompasada
[3]
ELIAS BEGUI-ES
de la coacoja bordada
que se entretiene rodando,
él va la noche escarbando
con golpes de su mirada*
Pisa lomas, cruza el Hano,
pasa el arroyo y la sierra,
como arreglando la tierra
con la palma de su mano.
Y es tan seguro baqueano
aquel resuelto jinete,
que, cual si fuera un juguete^
abraSf sendas y picadas
parece que están atadas
al cabresto de su flete.
Sigue el viaje, y olvidado
de estudiar el derrotero,
piensa un rato, placentero,
en la prenda de su agrado*
Un pañuelo que le ha dado,
lleva al cuello como seña
de su esperanza risueña,
y con febriciente anhelo
besa agitado el pañuelo
como si fuese a la dueña.
Corta campo, bien seguro
de no errar una pulgada,
y la gramilla aplastada
gime sobre el suelo duro.
No demuestra gran apuro
de dar fin a su esccursíón^
y con la firme intención
[4]
VERSOS CRIOLLOS
de pronto encontrar la Estancia^
mata el tiempo y la distancia
entonando un pericón.
En la larga travesia
recorre todo el pasado:
un recuerdo perfumado,
otro con melancolía;
y siempre atento a su guía,
se ve pintado en su ceño
que lucha con liel empeño
para dejar derrotadas
las guerrillas avanzadas
del ejército del sueño.
Y cuando el sol despertaba
para alumbrar el camino,
en esa "Estancia del Pino"
Morales desensillaba.
Poco después se sentaba
con el mate y la caldera
dejando gruesa bajera
sobre el lomo del overo,
como recurso certero
de sabia higiene campera.
[5]
MI TAPERA
Entre los pastos tirada
como una prenda perdida,
en el silencio escondida
como caricia robada,
completamente rodeada
por el cardo y la - flechilla
que, como larga golilla,
van bajando a la ladera,
está una triste tapera
descansando en la cuchilla»
Allí, en ese suelo, fue
donde mi rancho se ababa,
donde contento jugaba,
donde a vivir empecé,
donde cantando ensülé
mil veces el pingo mío,
en esas horas de frío
en que la mañana llora
cuando se moja la aurora
con el vapor del rocío.
Donde mi vida pasaba
entre goces verdaderos,
donde en los años primeros
satisfecho retozaba,
donde el ombú conversaba
con la calandria cantora.
[7]
ELIAS HEGTTXJSS
donde noche seductora
cuidó el sueño de mi cuna
con un beso de la luna
sobre el techo de totora*
Donde resurgen valientes,
mezcladas con los terrones,
las rosadas ilusiones
de mis horas Inocentes;
donde delirios sonrientes
brotar a millares vi,
donde palpitar sentí,
llenas de afecto profundo,
cosas chicas para el mundo
pero grandes para mí.
Donde el aire perfumado
está de risas escrito,
y donde en cada pastito
hay un mnierdo clavado;
tapera que mi pasado,
con colores de amapola,
entusiasmada enarbola,
y que siempre que la miro
dejo sobre ella un suspiro
para que no esté tan sola»
[8]
DE "EL ENTENAO"
Soy el criollo americano
de este pedazo de cielo,
soy el hijo de este suelo,
soy el alegre paisano.
Soy el gaucho campechano
de alma noble y corazón,
que pasiando en redomón,
echao pa atrás y muy ancho,
vivo feliz en mi rancho
hecho de paja y terrón.
Soy el de cara tostada
que haciendo sonar el basto,
voy acariciando el pasto
y pasando la cañada.
Soy el de juerte mirada,
soy el duro pa morir,
el condenado a vivir
entre sauces y totora,
soy el gaucho que no llora
pero que sabe sentir*
Soy el risueño cantor
que a la música escuchando,
voy con sonrisas cantando
lo más lindo y lo mejor.
Soy también el payador
del lastimero cielito
[9]
TUAS REGULES
qut? al compás de un estilito,
en horas negras^ sin calma,
saca una pena del alma
y la tira al infinito*
Soy el taita que retruca
generoso y altanero,
el que saluda al pampero
con el sombrero en la nuca,
el que peliando se educa,
y apriende a golpe y revea,
el perseguido del Juez,
el entenao de esta tierra,
que €3 el primero en la guerra
pa ser último después.
[10]
LA CRIOLLITA
Soy la fresca y linda polla
Soy la criolla
De este suelo celestial^
Yo soy Juana la chinita
Más bonita
Que pisó tierra Oriental.
Soy el suspiro primero
y hechicero
Que la América exhaló;
Y en un beso de la aurora,
de su flora
Perfumada nací yo.
Soy la prenda acariciada
Por mirada
De americano galán^
Que con garbo que me asombro
Verde alfombra
Va pisando en su alazán.
Soy el ensueño atrevido
Producido
Por sonrisas del amor»
Que hasta el cíelo^ cuando canta,
Le levanta
Las cuerdas al payador.
[11]
DE "LOS GUACHrrOS"
Entre circular guirnalda
se destaca el suelo agreste
y un manto de tul celeste
cubre la verde esmeralda»
Desde la cumbre a la falda
corre un hilo cristalino,
y el valiente torbellino
rodando con gentileza
rompe la dura maleza
del terreno campesino.
El arroyo descuidado
moja jugando la orilla,
donde bebe el coronilla
y el sarandí colorado.
Como concierto soñado
en la selva virginal,
alegran el pajonal
loa gritos del terutero,
los redobles del jilguero
y las quejas del zorzaL
De invisible surtidor
y en cunita perfumada,
al cortar una mirada
nace sonriente el amor.
Titánico, seductor,
gasta tímido lenguaje,
[13]
ELIAS REGUIiES
pero es de noble linaje,
amor delirante y ciego,
amor de vida, de fuego,
con ribetes de salvaje.
Esa es la tierra tendida
desde el Uruguay al Plata
que su bandera desata
orgullosa y atrevida.
Esa es la tierra querida
con cariño colosal,
69 la tierra celestial
que adoro con frenesí,
la tierra en que yo nací
el lindo suelo orientaL
[U]
A ENRIQUE CASTRO
Con molivo de su viaje a París. — 1886
Por más que le hice dentradas
con el pingo sobre el freno,
por más que me le hice el güeno
en muchas atropelladas,
por más que mis puñaladas
trataron de hacerle estrago,
por más que le puse halago
en el modo de decirle,
no he podido descubrirle
porque se nos va del pago.
Usté tendrá sus razones
de bastante fundamento,
pa ir a resollar el viento
que sopla en otras naciones.
El porqué de sus aiciones
naide debe averiguarlo,
pues, puede tal vez llevarlo
de esos páises al encuentro,
algo que le suene adentro
y que no quiere mostrarlo.
Ansí, amigo, yo respeto
su risolución sigura
y, aunque la cosa sea dura,
en la causa no me meto.
[15]
ELIAS REGULAS
Pero no me dará un reto
si le llego a declarar,
que es para hacer redamar
muchas lágrimas sentidas^
dejar las cosas queridas
del otro la o de la mar.
Usté que siempre ha tenido
un corazón bien labrao^
usté que ha redomoniao
sin estropiarlo el sentido,
usté que siempre ha vivido
en el rancho en que nació,
usté que bravo pelió
por la honradez de su nombre
sabrá lo que cuesta al hombre
dejar lejos lo que amó.
Por eso, es juerte y tristazo
y al más duro le hace herida,
el adiós de despedida
al lao del último abrazo.
Por eso, usté en este caso,
con su alma noble y sencilla^
ha de tener como quilla
pa dirse del Uruguay,
voluntá de ñandubay
con cuñas de coronilla.
Vaya nomás amargao,
que es justo su desconsuelo,
a buscar en otro suelo
lo que en este no ha encontrao.
Pero ponga su cuidao
[t6]
VERSOS CRIOIiOS
dende que empiece a viajar
pa no llegar a olvidar,
allá entre tanto manate,
al país donde se usa el mate,
el poncho y el chiripá»
Será muy linda la Uropa,
será muy sabia su gente^
allí será inteligente
hasta el cuchillo y la ropa,
tendrán sombreros de copa,
tendrán lo que naide halló,
verán lo que naide vio,
será aquello linda estampa,
pero es más linda la Pampa
para el que pampa nació.
Usté, allá, en esos momentos
en que el silencio es gobierno,
mate su aparente invierno
al sol de sus sentimientos;
y pa endulzar los tormentos
que le dé su situación,
enciérrese en su galpón,
lejos de franceses lerdos,
a chupar con sus recuerdos
un sabroso cimarrón*
Ricuerde siempre este suelo
que, aunque pobre y desgraciao,
es donde usté ha respirao
el aire que tapa el cielo.
Ponga tuito su desvelo
y la juerza de su vida,
[17]
ELIAS REGULES
en la tierra preferida,
por donde quiera «pie ande,
que la patria es cosa grande
aunque la veamos caída.
Vaya, aprienda de una vez
y cargue bien las carretas,
y hasta en las mesxuas maletas
traiga cencía del francés,
y vuélvase pronto, pues
por cuchillas y vertientes
andan pidiendo inclementes
los criollos, nuestros hermanos,
muchos dolores paisanos
y sobre todo» decentes.
[18]
PARA PERICON
CabaUero. — Yo fui matrero de ley
que naides me pudo hallar^
y únicamente tus ojos
me llegaron a agarrar.
Señorita* — Si mis ojos han prendido
a un matrero tan pintor,
yo lo tendré bien seguro
en el cepo de mi aiTior.
C — Si Dios llega a conocer
el amor de una paisana,
se va a poner chiripá
pa ser cuñao de tu hermana.
5. — Déjalo a Dios en el cielo
que nos sirva de testigo,
mientras haya paisanitos
como el que baila conmigo.
C. — Una tarde de verano. . .
un ranchito y un omhú . , .
una calandria cantando. . .
y en el ranchito. . . yo. . . y tú.
5. — Una mañana temprano . . .
tú con tu perro y tu pingo . , .
yo te alcanzo un mate amargo . . ,
y tú me besás . . ¡Qué lindo!
[ 19]
ELIAS REGUIO
C — 'Ya tengo un sauce elegido
pa cruz de mi sepultura,
si no llego a conseguir
ser dueño de tu hermosura.
S. — Sí me llegás a probar
que en tus dichos no mentistes,
no se ha de cortar el sauce
pa lo que vos lo elegistes.
C. — -Hay tanto fuego en tu cara,
que cada ojo es un fogón,
y cuando me encuentro cerca
estoy como chicharrón.
S. — Mis ojos no son tan fuertes
pa quemarte carne y cuero;
más que mis ojos, te queman
las bebidas del pulpero.
C« — Tu amor es un rebencazo
que me dejó bellaquiando,
y aquerenciao en tu pago
ando al trote y relinchando,
5. — Si tanto te gusta el pago
y mi querencia te agrada,
que te ponga marca el cura,
y entrarás en la manada.
C. — Hermosa vaquilloncita,
linda potranca divina;
pa este mancarrón maceta
serás la yegua madrina.
[20]
VERSOS CRIOI^LOS
S. — Son floridas tus palabras
y muy buenas tus razones,
pero sabrás que be resuelto
no hacer caso a mancarrones.
C. — En la huerta de mi pecho
sembré de tuitos tamaños,
unas cuantas esperanzas,
y nacieron desengaños*
5. — De los huevos de ñandú
nunca se han sacado gallos,
y aquel que siembra esperanzas
no ha de recoger zapallos.
C— Aquí clarito me ves
que poT tu amor, con locura,
estoy como parejero
muy pasao de compostura.
S. — 'Siento tu padecimiento,
y si esperas que te quiera,
para no descomponerte,
que te pongan en salmuera*
C— En el jardín de tu casa
una linda flor nació,
y quedó seca de envidia,
la mañana que te vio.
5. — Si esa historia ha sucedido
como la contás aquí,
la flor debió ser ciega
si tuvo envidia de mí.
[21]
ELIAS REGULES
C. — El pulpero se jue a Uropa,
el patrón pa la ciudá,
y yo me vine a tu casa
pa mejor felicidá.
5. — No hay duda, pero mi padre
dice que no le reciba,
que vos no venís por mí^
sino por comer de arriba.
C. — 'Dios te coDsen-e tan linda,
guampita de caracol,
espuma de apoyo gordo,
florcita de mirasol.
Facha de tala sin hojas
nacido en algún cardal,
carona dura sm jergas,
Dios te guarde tan bagua].
Dende que te vi en el baile
me tenes redomoniao,
porque la mirada tuya
es como pial de volcao.
S. — Porque te miré una vez,
llegaates a redomón;
ai yo te vuelvo a mirar,
vas a quedar mancarrón.
a—
[22]
UN MOZO... BIEN
Un joven de gran honor
por ser de familia. bien,
a la Estancia del Edén
fue por orden de un doctor,
para curarse un dolor
que tenia en el frontal.
¡Qué mozo tan celestial!
¡lan delicado! Jtau puro!
¡qué criollo para un apuro!
¡qué sienes. . . para un bozal!
Llevaba cuatro cajones
con sus trajes y sus cosas,
polvos, aguaa olorosas
y perfumados jabones,
cuarenta y tres pantalones,
diez levitas y también
llevaba para el Edén
un salvavida seguro.
¡Qué criollo para un apuro!
¡cómo no!« , , si es mozo« * « bien.
En la estancia, al otro día
de llegar aquel bendito^
le mostró un buen paiaanito
el recado que tenia;
y con mu<^a algarabía
le llamó peto. . . al pretal*
[231
ELIAS REGULES
a las caronas , . . el frac
y al cojinillo»., felpudo.
¡Qué cuarta para un peludo!
¡Qué sienes... para un bozal!
Y en su charla la peonada
decía» mirando al pueblero:
¡qué bagual. . . pa un entrevero
el zaino de la manada!
No cae. . « la leña cargada,
te juego dos mil a cien:
y él desconfiando recién,
señores, dijo, es preciso
que no me tomen por guiso
porque soy un mozo. . bien.
Vio una trilla y asombrado
gritó. . . "'Cuidado las coces
de tantas bestias íeroces
que han puesto en ese cercado".
Le llamó liebre. . . a un venado
gramilla fuerte* a un trigal,
plaza desierta... a un corral
y a un carpincho. brava fiera,
¡Qué frente... para testera!
¡Qué sienes.., para un bozal!
Presenció una hermosa hierra,
una esquila y otras cosas,
y dijo: son horrorosas
las prácticas de esta tierral
-Todo, lo que aquí se encierra
¿Quién lo habrá inventado? ¿quién?
VERSOS CRIOLLOS
Agitada está mi sien,
jamás tanto horror be visto.
¡Qué criollo, por Dios! ¡Qué Cristo!
conocerá un mozo« • • bien.
No pudo comer asado
por no encontrar tenedor,
casi murió de calor
por no andar desabrigado.
A un baile que fue invitado
cayó de frac, muy formal,
y un paisano muy jovial
dijo: No ha venido al ñudo^
delen puerta a ese coludo,
que le voy a echar un piaL
Por fin, bastante aburrido
dijo: Ya baata de penas,
estas fiestas no son buenas
para un hombre bien nacido.
Doy todo por concluido
y salgo de este Belén,
me voy a tomar el tren
y llevaré en mi memoria
esta pobre y triste historia
que le pasó a un mozo. . . bien.
125]
PAYADA
X — Ya estamos en el camino,
prepárese compañero,
acomódese la vincha
y monte su parejero»
que la vamos a correr
con empeño y afición»
y el que gane ha de meniar
mucho rebenque y talón.
— Me gustó la convidada,
y ya que prontos estamos,
doy por hechas las partidas
y le grito juerte: vamos.
Si 8u pingo es ligerón
bájele nomás la mano,
y cánteme lo que sepa
sobre el gaucho americano.
X — No se va a dir con las ganas,
pues el gaucho, a mi entender,
es el tipo de una raza
que no se debe perder.
Es el hijo de los campos,
que da pan a la ciudá,
es el brazo que al pueblero
le dio patria y liberta.
2. — Ya se florió demasiao
en la milonga, amigazo;
[27]
s
ELIAS REGULES
yo le pedí la presilla,
y usté me dio todo el lazo.
Me ganará, pues ya veo
que tiene recursos fijos;
yo soy solo con . . , hermanos,
y usté es con. . . padre y con tíjos^
X. — No soy compadre; se engaña^
que en esto no hay compadrada,
y la juego porque tengo
la guitarra bien templada»
Cada cual tiene su gracia
en este mundo paisano;
yo en el canto soy un taita,
y usté es pa, bo,., liar baquiano.
Z. — No tan pavo como usté
se imagina, ^o Mateo;
mire que hay de muchas marcas
en el ganao de un rodeo.
Tal vez los cantos se pasan
con cantores muy filosos;
mis versos son desabridos,
los suyos son 505... pechosos.
jf. — Mis versos no son tan zonzos
como usté,., se lo figura;
parece que mi recao
le apretó la matadura.
Y si se tiene por guapo
pa trenzarse mano a mano,
tiemple y cante lo que guste
sobre el amor del cristiano.
[28]
VBBSOS CRIOLLOS
Z. — El amor es un suspiro
que va a perderse en la nada,
es el vicntito y la luz
de una linda madrugada.
Es olorcito de flores
que a uno lo deja almariao,
y está sonzazo de veras
el cristiano enamorao.
X. — Declaro que me gustó
su rilación soberana,
cortita, pero de juerza
como clavo de picana;
y si le sobra encordao^
dé gracias a la reunión,
que ha escuchado la payada
con demasiada atención.
[29]
DESPEDIDA
Yo también puedo tener
de afectos el ahna llena,
que donde vive una pena
puede brotar un placer.
Pues en todo hay, a mi ver,
dulzura con esplendor:
el tigre tiene su amor,
su cariño la paloma^
la rosa brinda su aroma,
y hasta el cardo tiene flor.
Tu voz, al decir cantando
lo que tu pecho cultiva,
es una voz que cautiva
y deja el alma penando.
Pero yo, que voy sembrando
el dolor que recogí,
no quiero pagarte a ti
con lo que puedo ofrecerte,
no quiero enlutar tu suerte,
con las penas que hay en mi.
Tú eres el cariño tierno,
yo, la queja lastimera;
tú, la alegre primavera,
yo represento el invierno.
Tú eres el delirio eterno
de las dichas encantadas;
[31]
ELIAS REGUUSS
yo, las congojas lloradas
con lágrimas inocentes,
y dos cosas diferentes
deben estar separadas.
Tú eres el lucero hermoso
que en la mañanita asoma^
enamorando la loma
con su rayo cariñoso.
Eres el ángel dichoso
que me viene a seducir;
pero le debo decir
a tu canto enamorado:
ya he sufrido demasiado,
quiero tranquilo morir.
1321
EL VIEJO PAREDES
Do "El Entenao*'. — Rdaoión del pechador
Y pa alegrar la reunión,
con el permiso de ustedes,
voy a contarles la historia
del viejo Tomás Paredes*
Hombre neo por demás
y de fortuna cerrada,
con ocho rodeos de vacas
y mucha plata enterrada.
Cuando tenía que carniar
sus vacas no estaban güeñas,
y pa comer carne gorda
voltiaba vacas ajenas.
Con las carnes hacía charque
pa vendérselo al pulpero,
y él se comía las pezuñas
con las garritas del cuero»
Una ocasión envitó
pa una grande comilona,
y presentó al asador
dos pedazos de carona.
I [33]
I
I
!
I
ELIAS REGUUSa
Cuando estaba lesfríao,
por no tener mucho gasto,
se limpiaba con la jerga
o se arrastraba po el pasto.
Usaba el agua salobre
pa no gastar en salmuera,
y llevaba sus apuntes
en unas hojas de higuera»
Pitaba piola picada^
hacía vino con tomate
y en unos botines viejos
era que tomaba mate.
Con cerda y lana de oveja
hacía cabrestos y lazos
y andaba en caballo herrao
pa no gastarle , , * los vasos.
Montaba con una silla
pa conservar el estribo,
y una vez perdió un dinero
por no entregar» - . el recibo.
Y al final, en un arroyo,
como no quería dar nada,
por no dar... un grito fuerte
lo llevó la correntada.
[34]
AL GAUCHO SIERRA
Amigazo: ya he mirao
la versada pistonuda
que ustó, con juerza morrudai
en *'E1 Pepino" ha largao
pa un dotor aficionao
a las costumbres de acá,
que cuando templao está
se olvida de sus leturas
y canta las aventuras
del hombre con chiripá.
Muy por demás he sentido
que el dotor esté ocupao,
con uno que se ha enfermao
de un daño que le han metido*
El dotor le ha prometido
de que se lo va a sacar,
y ansina le ha hecho tragar
dos coyundas y un sobeo,
pa alazar el bicho feo
y en un petizo cinchar.
Por eso» me dijo al dir
pa casa del apestao:
contéstale a ese mentao,
que yo no puedo escrebir.
Decile que al recebir
su diario tan hien eacrito»
ELIAS REGUUSS
pegué tamañazo grito
por sus décimas de acero,
más finas que parejero
y más criollas que un ranchito.
Deoile que esa mozada
enemiga del gauchaje,
no conoce el paisanaje
de esta tierra desgraciada.
Que se quedaría asombrada
si viese al gaucho cumplido,
lindo, bizarro, fornido,
generoso y de concencia,
redamando inteligencia
hasta pa dar un quejido.
Decile que ese gauchito
que monta el potro y lo doma,
el que corre por la loma
y duerme en cualquier bajito,
el que luchó bravo al grito
de libertar la Nación^
el que a golpes de facón
compró el derecho a su cuero,
es más hombre que el pueblero,
ha nacido más varón.
Decile que ese paisano
lleno de juerza y de vida,
es nuestra raza^ crecida
entre los pastos del llano.
Decile que es nnestro heimano
con otra ropa veetido,
[36]
VERSOS CRIOLLOS
del que nos han dividido
vanidades que formamos,
por cuatro libros que hojeamos
sin haberlos entendido.
y el dotor salió corriendo
pa casa del desgraciao
que tiene un daño ensartao
con un empuje tremendo.
Y mientras voy escribiendo
estas letras que le mando,
él estará tironeando
con muchísimo tanteo,
pa ver si afloja el sobeo
y sale el daño bufando,
El pión del dotor*
137]
EN VIAJE
En el tren de la Frontera
iban de viaje, solitos,
el inglés Guillermo Monis
y el gaucho Mariano Pitos.
Serio el inglés meditaba
sobre un negocio arriesgadoj
de ganar veinte mil libras^
por prestar dos al Estado.
El gaucho se entretenía
en contemplar los paisajes
que asoman, llegan y pasan
en los carrileros viajes*
Y aburrido del silencio
de su mudo compañero»
a las seis horas le dijo:
Güeñas tarde, aparcero»
Con mirada de balado
se midieron los dos nenes,
y el inglés, casi entre dientes,
apenas respondió: Buenes.
— ^Usté, que ha de ser nación
—siguió charlando Mariano-
sabrá por qué ese alambrao
lo han hecho tan chabacano.
[90]
ELIAS REGTJUiS
Con unoíi
y dos aUmbres
asujetaos
bien
postes grandotes
en yunta,
palo
cei<^ita de la punta.
De siguro que el patrón
de esta eistancia tan mentada
quiere
engorde
que
O tal ves
es puebi
y por
ero
lerdo
lo pitó
—No
¿y pa
si el tren
sobre los
que
Y dispar^
y vuelve
sin precisar
los alambres
en un
en campos ajenos
animalada.
este estanciero
invernador,
y maturrango
alambrador.
— No siñor; eses alambres
están colocadea bien,
son les hiles que se llame:
telegrafe de la tren.
^e embrome, don nación,
tanto trabajo?
reíala muy lindo
fierros de abajo«
y se asujeta,
a salir annao,
para nada
del co8tao«
— ^Usté amigue^ no comprende^
el alambie es por hablar
decir: Ghé, preparase,
la tren le[ voy a largar.
[40]
VERSOS CTOQUiOS
— ¡Caray! , . . ¡a mí no me pita
8Í ya me habían contao
que los naciones charlaban
gritando en ese alambrao*
Una vez mandé un peoncito
hasta el fondo de la estancia,
y yo me juí a una cuchilla
a dos leguas de distancia.
Y bien j un tito al alambre,
cuasi en los fierros trenzao,
le grité» como diez veces:
Giriacoy ¿me has escuchao?
Pero el muchacho no oyó
ni palabra ni bufido,
y eso que se había ensartao
un alambre en cada oído.
Conque ansina ve, amigazo,
que su cuento es pura bola;
pensó echarla de coludo,
y yo le corté la cola*
— Déjate re cecarear,
gauchili moi compadrón,
orejes re galle vieje,
fache re chive rabón,
— ^No arrugue que no hay quien planche,
. no cuelgue, que no es cencerro,
malacara mal lambido»
tuito afeitao a lo perro* —
[41]
gUAS KEGUUS
Cf 5
Yen
llegaron
donde
bajó
COjl
i mismo momento
a una Estación^
1 inglés muy callado,
su balijÓD*
— Adi
no se 1
y si le
hable
0$ — le dijo Mariano-
vaya enojao;
ocurre algo grave^
ptíT d alambrao.
[421
HORAS DULCES
Con ardiente fantaseo
aquel dichoso domingo
Lauro engalana su pingo
para risueño paseo.
Lleva un brillante trofeo
de prendas en bu tostado
y corona au recado
vestido de oro y de plataj
un sobrepuesto escarlata
de terciopelo bordado.
Luce con gracia 7 soltura
traje rural de paisano
que al campero veterano
le da vida y galanura,
Y al recorrer la llanura
y al pisotear la cuchilla,
cuando su flete amartilla,
parece el crioUito Lauro
un elegante Centauro
engarzado en la gramilla.
Va con rumbo a la morada
de la dueña de su mente,
lo que con ansia vehemente
lleva en el alma clavada.
Hace al trote la jornada
y al acercarse al ranchito»
[43]
TCT.TA fi REGULES
Así
la
y
y
Ve:
quien guarda un delito»
muy fatigado
a bien bu recado
último bajito.
Gom)
suspira
y ai regí
en e
Llega. La sencilla gente
de aquella casa encantada
lo rícibe entusiasmada
con amistad elocuente,
Lau^o nota una corriente
que no puede dominarla
y aunque resuelve ocultarla^
cuar do saluda a la rueda,
hay una mano de seda
que se estremece al tocarla.
Corie una brisa de amor
por el aire de la sala
que dulcemente resbala
entri sendas de rubor.
El acuerda con vigor
matar pueriles sonrojos;
pero al templar sus arrojos
para contar que delira,
la palabra se retira
y se avergüenzan los ojos.
se agita un momento
pásión correspondida
ciece y toma más vida
lusha con más aliento,
ín^e al fin el sentimiento
como en forma de locura;
y eii instante de ternura»
[44]
VEBSOS CBIOLLOS
con frases tibias y pocai^
8urgen de aquellas dos bocat
mil ofertafl de ventura.
Poco después, embriagado
por una emoción extraña
cruza la verde campaña
el jinete del tostado.
Siente un algo delicado
que a definirlo no alcanza;
y con ruda faz avanza
mientraft esconde silbando
recuerdos que van jugando
con una fresca esperanza.
[45 J
A LOS REDACTORES DE "EL FOGON^^
JUUAN PERUJO Y CAUSTO EL ÑATO
Con generosa atencióxi
y una fineza exquisita
me piden una cuartita
para prenderla al Fogón.
Esa hidalga petición
es un lecursito al ñudo»
pues el empuje morrudo
de la yunta delantera
basta y sobra donde quiera
para salir de un peludo.
Ustedes que, en vigor pleno,
en mucho pago han corrido
y a la raya se han venido
haciendo temblar el freno»
Ustedes que tiempo bueno
han dado en toda ocasión
y que tienen con razón
fama vieja y pistonuda,
no necesitan la ayuda
de un potranco barrigón.
Pero, por corresponder
a tan honroso pedido
que debe ser recibido
con espontáneo placar,
[471
ELIAS REGULES
«m >esará
XDfí
poniendío
7 aunque
ya que
levantaré
para
entrar
aquí
Lo que
con de
de los
que
lo que
a ios
lo que
lo que
hay qu
para "
yo puedo pintar
deslucidos colores
gigantes actores
í supieron brillar,
conviene enseñar
dos de ayer,
Be debe ofrecer,
ae puede decir,
saberlo sentir
llejgarlo a entender»
Nadie
entre la
como bindera
de propagandi
Se hace
merecido
a la ley
que impone
tener
por el
En el
y en el
nb va
de harblarie
Va el
a componer
cuidado y tino;
el éxito adivino,
el momento me obliga,
la barriga
en el camino.
levanta al gauchaje
ciudad florida,
atrevida
[a salvaje*
como un homenaje
y natural
univeriai
sin condiciones
afeccioBes
nacionaL
vivas
suelo
poncho
y en la bota
canto y en la espuela,
clnocorrada una Isscuela
o de chacota,
del patriota,
ouind
[48]
VERSOS CRI03UL0S
Ta ua recuerdo persistente
que, para honor del presente,
las grande» prendas demuestra
de una raza que es la nuestra,
viva, sensible y valiente.
Yo elogio la ilustración
y a sus ventajas me amparo,
como lo prueban bien claro
mi vida y mi profesión.
Pero la alta perfección
que en la cultura se encierra,
no ha aido grito de guerra
para matar en mi pecho -
el gusto franco y derecho
por las cosas de mi tierra.
El verdadero adelanto
con la positiva ciencia
debe nutrir la tendencia
que da un sentimiento santo.
Y si con cruel desencanto
falsa civilización
pide su condenación,
no hay que aplaudir la proeza
de alimentar la cabeza
marchitando el corazón.
Ya ven que no me lastima
el que con golpe de cIs\'o
me diga gmtcho algún pavo
para ponérseme encima,
yevo templada la prima
y no mt pienso asustar;
[49]
EUAB RBQUUES
ya terminé de ensillar^
tengo la rienda en la mano;
que luene el clarín paisano,
y eni [iecemOi « marchar.
IM]
POR ELLA
Rozando el pecho en la arena
sobre un bajo dilatado»
corre un arroyo asustado
como huyendo de una pena»
Una silvestre azucena
sonriendo en el borde está;
canta en el monte un sabia,
y- los ceibos, al dar flores,
bañan sus lindos colores-
en suspiros de arazá.
Junto a la loma que baja
por la pendiente cercana
hay una vivienda humana
vestida de barro y paja.
La envuelve verdosa faja
de frescos saúcos en flor,
y en un ombú protector
que no conmueve el pampero
cuentan los nidos de hornero
dulces historias de amor.
Vive en aquella morada
Pedro Sosa, un campesino
de chiripá de merino
y de melena rizada»
En su estudiosa mirada
y en su presencia imponente,
E51]
ELIAS REGULES
dejar
en 8U sanriea «locuente
y en au lenguaje chistoso
se ve el tipo majestuoso
de una rasa inteligente*
Piensa sin retroceder
cachorros y cueva
porquje imperioso lo lleva
muy icjos otro deber-
Entre congoja y placer
mira al pingo que lo espera,
toma ei poncho, sale afuera,
y aosleniendo un combate
recibe el último mate
que h da su compañera.
Se aproxima la partida
y el tfgre de la llanura
a abe lodear de ternura
9U va ronil despedida.
Montfi con el alma herida,
sigue su rumbo derecho;
y en (sl bajo y el repecho,
cuando su cara levanta,
muestra un nudo en la garganta
y una esperanza en el pecho.
Después. . . con leal frenesí
y un Entusiasmo tremendo
suena el clarín sacudiendo
los canpoB de Sarandi.
Pedro Sosa fonna alli^
como ^n titán atropelía,
cbntra el opresor se (estrella
[52]
VIR90S CRIGLKjOS
j «1 lerantarse m braao
parece que in sablazo
dijeie «ItÍTo: ¡Por ella!
Miradle» No es el chacal
que confiado en la sorpresa
espera su fácil presa
tendido en el pajonal.
Es el paisano oriental
que sentimientos encierra»
lleva su sangre a la guerra,
lucha con ansia indomable
y compra a golpes de sable
la libertad de su tierra.
153 I
SIGA LA HUELLA
Serena noche de estío
sobre los campos gravita
y el fresco césped dormita
con arrullos del rocío.
La luna de su atavío»
tira girones al snelo;
y como imnenso pañuelo
de un polo al. otro estirado
muestra su forro estrellado
el negro poncho del cielo*
En el llano y en la loma
con ademán soñoliento
deja la brisa su aliento
Ueno de silvestre aroma»
Por todas partes asoma
una calma indefinida
y la canción repetida
del terutero risueño,
surge como tierno ensueño
de la campaña doimida.
Cual measajera secreta,
que marcha con desconfianKat
mueve sus ruedas y avanxa
una pesada carreta.
Su corpulencia de atleta
pide un viaje paulatino»
[W]
ELIAS RÜGULES
y al proseguir su destino
solitaria y lentamente
deja una huella patente
culebreando en el camino.
Aquella mole se agita
sobre piedras y terrones
cumpliendo las precauciones
que su masa necesita.
Salva una zanja maldita
con vaivén muy calculado,
ya se inclina de un costado,
ya se detiene en la brecha,
y al fin, entera y derecha
rueda en sendero trillado.
Salta del eje un lamento
con pretensión de gemido
y un invariable crujido
acompaña al movimiento.
Retumba el sonoro acento
del conductor majadero;
y como frase de acero
que se interpone tirana
va cimbrando la picana
sobre el hombro del carrero.
Llega a un paso y blandamente
como en terreno seguro,
sin atropello ni apuro
se desliza en la peudienta.
Corta la suave corriente
bañando a veces su lecho;
y un buen grito de provecho,
VERSOS CRIOUOS
pegado a loB delanteios
levanta loa pertiguero»
para subir el repecho.
£1 monótono rumor
de la marcha se acentúa
y tranquilo continúa
en el flanco el director.
Su alarde de trovador
queda pronto descubierto,
y formulando un concierto
de alegrías y pesares
desparrama sus cantares
en el medio del desierto.
Corren las horas cortando
la longitud de la vida
y blanca faja tendida
va el horizonte pintando.
Sale el sol con voz de mando;
y al despedir la alborada,
hace soltar la boyada,
ordenándole al carrero
que junte sobre su apero
fuerzas para otra jomada.
£57]
RENACIMIENTO
En la CríoBa, Octubre de 1897.
Como si un broto de vida
sobre todo se extendiera,
pide al sol la primavera
su vestímenta florida.
La yerba buena dormida
deja su sueño inocente;
y decorando el ambiente,
quebrachos, mollea y talas
sacuden sus nuevas alas
al borde de la corriente.
Suenan diversos acentos
en vertiginosa gira
y el zorzal presta su lira
para saturar los vientos.
La calandria con alientos
su mejor canción arranca
y el chingólo, en forma franca
cuenta sobre las colmas
que ha visto ya golondrinas
trabajando en la barranca.
Asi, después del rigor
con que nos trató el destino,
vuelve a tomar su camino
la Criolla de nuestro amor,
7
[59]
BLIA5 REGUIiES
Renace co» el calér
de otra especial primavera;
y fll IcTanlar la visera
no tiene méa pretensionea
que las firmes convicciones
eicritas en su bandera.
Vuelve a encenderse el fogón
con cautelosa paciencia,
vuelve a sentirse la es^oncia
del sencillo cimarrón.
Vuelve a encontrarse en acción
cl apero y su» alliajas;
y en las malvas y borrajas
muestran las marchitas hojas
las señaladas congojas
que Ies dejan las rodajas.
Vuelve el estdo a pedir
su lugar en la jomada
y la décima olvidada
vuelve otra vez a vivir.
La emoción al resurgir
su antiguo sendero agarra
y tendiéndose bizarra
llega, lozana y hermosa,
a suplicar cariñosa
que la copie la guitarra.
Pero, en esta» impresiones,
tan rurales como viejas,
no caben las bravas quejas
de los urbanos campeones»
No se buscan sensaciones
[60]
VERSOS CRIOLLOS
por buscarlas solamente,
se buscan porque se siente
la atracción de ese pasado,
cuna de un tipo formado
para gloria del presente.
¡Ay, del que llegue a perder
las afecciones del suelo
y que mire con recelo
lo que fue su raza ayer!
Esc no puede tener
patriotismo verdadero,
ese no eg más que viajero,
fabricado de granito,
ese es un hijo maldito
con corazón de extranjero.
Los que otra ilusión soñamos,
los que otra pasión sentimos,
con nuevos fuegos venimos
y aquí resueltos estamos.
Tranquilamente esperamos
las descargas enemigas,
y no guardamos fatigas
para que luche y proteste
la enseña blanca y celeste
con la diagonal de Artigas.
[61]
¿POR QUE?
En la extensión dilatada
de verde pasto cubierta,
en la superficie abierta
de la campaña quebrada,
en la inmensidad regada
por el sosiego inaudito,
como capricho fortuito
surgido de vez en cuando^
dos ranchos se están mirando
al través de un arroyilo.
En uno nació Julián,
el doncel de la pradera,
gaucho de frase sincera
puesta en cuerpo de titán;
en el otro con afán
dieron el pecho a Ramón,
un fornido mocetón
de trato sencillo y llano,
tipo hermoso de paisano
por estampa y corazón.
Juntos sintieron pasar
entre el ruido de la estancia,
los abriles de la infancia,
las caricias del hogar;
juntos pudieron mezclar
sus expansiones nacientes,
[63]
ELIAS REGULES
juntos miraron ardientes
sus dolores y alegrías,
juntos llenaron sus días
con sus juegos inocentes*
Y al pisar en el abismo
de la lucha por la vida,
donde tiene su guarida
la legión del egoísmo,
rayaba en el fanatismo
la unión de sus afecciones
y las mismas emociones
brotaban entrelazadas
en dos mentes vinculadas
por iguales impulsiones.
Pero, la guerra civil
vino, repleta de saña,
a sacudir la campaña
con un empuje febril.
Y el arrojo juvenil
de la pareja mentada
dejó una historia cortada
al usar en forma franca,
Julián la divisa blanca,
y Ramón la colorada»
Los ejércitos contrarios
se hallan en frente, por fin,
y pide sangre el clarín
por dos trapos funerarios.
Con bríos extraordinarios
w columpian las melenas
y sembrando hito y penas.
VERSOS CRIOLLOS
al «scucbar voz de mando^
van las lanxas viboreando
por ambicionas ajenas.
En la ruda dispersión
de aquel combate imponente
Julián se vio de repente
cara a cara con Ramón»
Una extraña sensación
vino el cuadro a colorar
y llegándose a abrazar
sin reparos ni testigos,
se dijeron los amigos:
¿Por qué nos hemos de odiar?
L«5]
SIN DERECHOS
Como gladiador cansado
pierde las fuerzas el día,
perfumando au agonía
el fresco soplo del prado.
Queda el Oriente pintado
por penumbras, con derroche;
y en actitud de reproche,
cuadrado el sol, de soslayo
recoge su último rayo
al presentarse la noche.
Con nuevo impulso verdea
la flora de la campaña,
quebrando con faz huraña
despojos de luz pigmea;
el pastizal parpadea
sobre la inculta colina,
y mientras todo declina
en las regiones campestres,
sueltan las aves silvestres
su plegaria vespertina.
Por apretado sendero
sale del monte un jinete
rompiendo el tupido brete
del pajonal majadero.
Teme, recela y ligero,
casi en pleno desvarío
[67]
JELIAS REGULES
le tira al campo y al tío,
por izquierda y por derecha,
ana mirada de flecha
que Ta a sondar el vacio.
El desertor. Su delilo
I0 impone firme misterio
y huyendo del cautiverio
anda sin rumbo y sólito.
Por las penurias marchito
busca saludable riego;
y en brutal desasosiego
cuando el sentimiento brama,
oye un rancho que lo llama
con clamoreos de fuego.
Allá va. Sabe seguro
que el sable lo pastorea,
que es desigual la pelea,
que es muy amargo el apuro.
Pero, gaucho fuerte y duro
lleva un propósito fijo,
guarda un tierno regocijo
que lo arrastra desde lejos,
hay en el rancho dos viejos
que no los olvida el hijo.
Entre dudas y temores,
pisa la choza querida
donde sembró su partida
desalientos y dolores.
Toca a sus progenitonsB
con sobresalto sincero;
y en «1 silencio camparo,
[«»]
VEMOS CRIOIXOS
como indudable noticia^
salta un franca caricia
qu0 M !• eacapa al matrnt,
E» muy corta la visita
porque lo quiere la suerte,
puei un pampero de muerte
sobre su cuerpo palpita.
De la pareja bendita
se despide sin rudeza;
y consumiendo entereza
para tornar al retiro,
monta bordando un suspiro
con hebras de su tristeza»
Vuelve solo a la guarida
conquista de independencia,
preparado a la violencia
y a vender cara su vida.
Nadie lo ampara ni cuida,
nadie le ofrece perdón,
que la carne de cañón
y el siervo de mil señores
no tiene más defensores
que su astucia y su facón.
DE VUELTA
En la verde inmensidad
quedan los ayes grabados
y ranchos abandonados
lloran su cruel soledad.
La amarga fatalidad
posa 5u garra pesada
dejando senda marcada
entre zarzales y abrojos,
con rastros tibios y rojos^
de la sangre derramada.
Pero el iris aparece
con majestad corpulenta,
palpa su fin la tormenta
pierde vigor y fallece.
Un anhelo reverdece,
no se le puede ohadar,
y al sentírsele vibrar
besando las banderolas
se tiran las tercerolas
para volver al hogar.
Así, Juan Péree, soldado
de brava caballería,
va en un moro de su cria
rumbo al ranchito soñado.
Marcha, se acerca, templado
divisa con sus miradas
[713
T
BUAS REGULES
Ia$ tranquilas bondonadat
de laa coatas de Manncho,
7 el moro larga un relincho
con la» orejai paradas.
Galopa* Ya está cercano
el gozo que lo recrea,
sujeta el flete, se apea
j queda mudo el paisano.
En su semblante serrano
no muestra duelo ni palma,
pero al buscarse la calma
que lo consuele y reintegre,
traga una lágrima alegre
que la recoge en el alma.
Fue a combatir como bueno
por sus puras convicciones
estrangulando afecciones
que conservaba en su seno.
Cargó resuelto y sereno
sin jamás retroceder;
y jugó todo su baber,
vendió sus horas felices,
para ganar cicatrices
al cumplir con su deben
¡Pobre gaucho! ¡li al sacar
•u sable por su bandera»
fuese algo mái que escalera
donde otros van a pisar!
Los que lo saben buscar
para hacer una patriada
[72]
VERSOS CBIOLIiOS
icpatt qaa aquella carnada
suculenta y desprendida,
tiene una choza querida
que no la cambia por nada.
[73]
MANCHITA
Meditabundo celaje
pinta todos loa confines
y aparecen macachines
retozando en el follaje.
Salpican sobre el paisaje
las matas de mio^mío,
miran al sol con desvio
las gramillas que se encrespan
y los sauces se refrescan
con el hálito del río.
A la sombra del alero
está sólita y sentada
una morocha brotada
entre el perfume campero.
Toca con golpe certero
las cuerdas del instrumento;
y reflejando en su acento
sus más limpias emociones,
tira rurales canciones
rellenas de sentimiento.
Allí van entrecruzadas
en tristes y vidalitas,
calandrias y margaritas
rancherías y cañadas.
Aunque saltan dispersadas
y en «oii^>lBta confusión,
[75]
ELIAS PEGULES
salen con tanta paAÍón
que letratan con anhelo
un pedacito de suelo
plantado en el cora2Ón.
¡Qué hermosa! jqué linda está
esa trigueña cantora
con su frescuia de aurora
y entonación de &abiá!
Eb flor de mbunicuyá
uu^ donde toca se afeira,
eg un clavel de la sierra^
es cuadiu i^obresaliente
esa morociia que siente
las cositas de su tierra.
£76]
AL DOCTOR MANUEL CACHEIRO
Le quedo reconocido
por su recuerdo ateucioso
que tiene el jugo sabroso
del suelo donde ha nacido.
Quien el terruño ha sentído
debe mirar para atrás
y sin aflojar jamás
decir claro y satisfecho:
Pasión que guardo en mí peebo
cada vez te quiero más*
Usté, doctor, que ha viajado
por el mundo del progwo
y que tuvo a su regreso
la sensación del pasado^
puede contar que ha, sofia^o
con el rincón vaciona),
donde cimbra el totoral
a los golpea del pw^pejro,
donde se hice el boyero
y retruca el cardenal
Donde planta trepadora
sobre el blanquillo camina,
donde el quebracho se empina
en tanto que el sauce llora,
donde fabrica la flora
silvestres emanaciones
[77]
ELIAS REGULES
que extienden laa virazonee
sobre los campos tranquilos,
donde ae cantan estilos
y se bailan pericones*
Donde hay leyendas cuajadas
de criolla je memorable
que decretó con el sable
las libertades ansiadas,
donde en cerros y quebradas,
vive una raza esplendente»
raza sensible y ardiente,
mezcla de afán y recelo,
con un pedazo de cielo
reverberando en su frente.
No sé si en otras regiones
donde la vida es ficticia,
la falsedad acaricia
a las débiles pasiones;
pero sé que los gauchones
vienen de hidalga semilla
y que el tipo cajetilla
con su casta y su saber
tiene mucho que aprender
de los hombres de golilla.
[78]
BARBARIE
En el bosque guarnecida
entre maciza arboleda,
donde la yerba se enreda
con exuberante vida,
donde el ave presumida
sacude el limpio plumaje
y afinando su lenguaje
llama, provoca y responde,
una picada se esconde
bajo el dosel del ramaje.
De ella sale Barragán
y a ella se acerca Corrales,
dos paisanos colosales,
dos cachorros de titán.
Desde mucho tiempo están
resentidos con pasión
y se guardan prevención
odiándose mortalmente,
porque el rencor puso el diente
sobre pechos de varón.
Se aproximan y al instante
basta sólo una mirada
para dejar concertada
la soluciÓD terminante.
Ruge tenaz y vibrante
aquel encono tirano;
[79]
EUAS BEGULES
y Henos de empuje insano^
retados a crudo duelo,
los dos se tiran al suelo
con el facón en la maro.
Frente a frente, sin ventaja*
empieza la brava lucha^
y el chocar duro se escucha
del que tira y del que ataja.
La vista firme trabaja
por dar fieles derroteros,
y al ir log golpes certeros
marcando las puñaladas,
quedan de rojo pintadas
las hojas de los aceros.
Cruzan el aire puntazos
que van zumbando furiosos,
y se rajan los colosos
con formidables hachazos.
Crujen los potentes brazos
por tener el alma fuerte;
no fija giros la suerte,
pero se ve dibujada
que está en los tajos colgada
una sentencia de muerte.
Atacan. . . quedan parados. . .
vuelven con perseverancia, ^ .
recuperan la distancia
jadeantes y ensangrentados.
Después . , . d^ pelear cansado^,,
ponen el punto final;
y en bii rumbo cada cual.
[80]
VERSOS CRIOLLOS
aunque con fibras rendidas,
va a curarse sus heridas
en medio del pajonal.
Así entienden los vecinos
de nuestra bruta campaña
los duelos que en forma extraña
celebran en los caminos*
Sin poderes ni padrinos,
ni traje, ni director j
ni botiquín, ni doctor^
ni actas que van a los diarios
como justos corolarios
de las leyes del honor.
rsi]
FLOR DEL CAMPO
Meció su cuna el pampero
sobre silenciosa loma
zahumada por el aroma
del torongil y el romero.
Brotó robando al lucero
sus más relucientes layos,
tejió la flora los sayos
que orlaron su galanura
y creció con la frescura
de los campos uruguayos.
Allí, en el pobre desierto
corrió BU vida sencilla
enredada en la.gramiUa
del terreno descubierto.
Rozó 6u pecho inexperto
k sombra de un rumor vago
y contestando a su halago
vióse pronto convertida
en violeta preferida
por los donceles del pago.
No se bosqueja en su frente
la causa de su martirio,
no comprende aquel delirio
engendrado de repente.
Peio poderosa siente
una lo£ana impresión,
[83]
ELIAS REGULES
la guarda envuelta en pasión
y con acento que quema
ge la cuenta a la alhucema
a la salvia y al cedrón.
En el silvestre pensil
la flor luce su hermosura
y es reina de la llanura
por fragante y por gentil
Su perfume juvenil
con deleite se respira
porque con alma suspiia,
porque con fe siente pena^
porque quiere como buena«
porque no tiene mentira.
[84]
SIEMPRE
Después de forzada ausencia,
lejos del hogar primero,
el hijo del estanciero
vuelve a la grata querencia.
Fue a nutrir su inteligencia
entre las luces y el ruido,
fue al archivo presumido
donde lo mejor se encierra;
y la roca de la sierra
viene diamante pulido.
Pisa de nuevo el terreno
donde sano y vivaracho
corrió descalzo el muchacho
con natural desenfreno.
Respira en el pago ameno
dentro del rancho pajizo,
palpa el delirado hechizo
de azdtar con el rebenque
los palos de aquel palenque
_donde ensilló su petizo.
Y anegado en emoción
sin reticencias exclama:
Es mi pagado» me Hania
con seductora átracciófi»
es la florida impiesíén
que mi nostalgiel matchita.
ELIAS REGULES
•0 k frcdcA margarita
con apariencias de cardo;
yo la recojo y la guardo
€omo sirena bendita*
En lo que pude saber»
en lo que pude abarcar,
mucho logre conquistar
de lo ignorado hasta ayer;
pero no llegué a entender
cómo alcance a intervenir
la idea para invertir
lo que el sentimiento escuda;
se enseña a matar la duda
y no se enseña a sentir.
¡Vengan mis viejos anhelos!
vengan mis lindos abriles^
mis ensueños juveniles,
mis arrogantes consuelos!
Yo los besé en mis desvelos
con inmenso frenesí,
siempre conmigo los vi
atados con lazo estrecho;
¡Vengan,.» que hay sitio en mi pecho
y ya no se irán de mi!
Poco importa el vocerío
de cavilosos censores,
yo desdeño sus temores
y 90» dardos desafio.
Por ser hermoso y aer mío
esto, con fe, me arrebata;
y tólo mente insensata
[66]
VERSOS CRIOIJiOS
podrá encontrarle manci]I«,
porque valgo con golilla
lo que valgo con corbata.
£1 riego de ilustración
permite ser uno el mismo
salvo • . . convencionalismo
de insostenible razón.
Quebrando la tentación
de viento enfermizo -y vano,
aunque ge remonte ufano
hasta las cumbres el vuelo,
se puede adornar el cielo
con loa recuerdos del llano.
[871
ORO VIEJO
Cerca del móvil juncal
que con silueta gallarda
limita en forma de guarda
la alfombra del pastizal^
hay un albergue rural
en donde vive sonriente
un ejemplar resistente
de nuestras cosas primeras,
con setenta primaveras
arrugadas en la frente.
Aún sacude su pupila
la estela del tiempo muerto
cuando en el espacio abierto
giró su vida tranquila;
y todo aquello desfila
rebosando de ventajas,
con barullo de sonajas
colimipios de pontezuelas,
bordoneoa de vihuelas
y crujidos de rodajas*
Aqud cueipo modelado
por inmejorable artista
fue aquilóji en la conquista
de su derecho vejado.
Con el brazo arremangado
sintió el clarüi de ordenanza
[69]
y lili rencor ni venganzi,
sobre resbaloso lomo,
contestó a la voz del plomo
con lo» bote» de su lanza.
Nacido para señor
de la selva que domina,
ha sembrado la colina
de hidalguía y de valor.
Hombre de alma superior
supo ser noble y austero,
palabra fue de acero,
no precisó documentos
y cumplió sus juramentos
como el mejor caballero.
Hoy no vale una pitada
porque no se necesita,
hoy es de raza maldita
que no airve para nada.
Si tuvo alguna jornada
de la que quede el reflejo,
es sólo recuerdo añejo
que debe ser olvidado,
aunque sea oro sellado
es oro... bastante viejo.
[90]
SINTIENDO
Ha vuelto al pago. Se viste
con el color de la pena^
y su mirada serena
tiene fulgores de triste*
Una congoja persiste
a la que rinde tributo,
la busca en cada minuto
porque al tocarla se alegra,
y lleva el alma más negra
que su golilla de luto.
Sabe que entre el paisanaje
se refiere y se comenta
una tragedia sangrienta,
mentada en aquel paraje.
Y aunque le sobra coraje,
no puede dar al olvido
que el muerto, por él sentido
con invencible lamento,
le dio la vida, el sustento,
caricias y un apellido.
Nada achica su dolor,
nada rebaja su duelo
y sólo anbela el consuelo
de encontrar al matador.
Por eso anda en derredor
del vagabundo homicida,
[91]
ELIAS REGUI^ES
para cobrarle und vida
que debe pagar resuelto,
golpe por golpe, sin vuelto,
y herida por cada herida.
Recorre día tras día
los sitios más frecuentados
escudriña los bañados,
revisa la serranía;
y cuando el sol se desvía
tendiendo su cola oscura,
él con amarga ternura
pasa la noche en los bajos,
contando cientos de tajos
que abren una sepultura»
Al fin, en un totoral,
adorno de una cañada,
tuvo la dicha deseada
de dar con el criminal.
Brilló el hambriento puñal
para ultimar al matrero,
cuando el grito lastimero
de un niño dijo: ¡lo mata!
. . . ¡deje vivir a mi tata
porque yo mucho lo quiero!
Quedó el brazo detenido
y el vengador sintió chucho. » •
— ¿Con que vos lo querés mucho
a este terrible bandido?
Si cobro lo que he sufrido, . .
. . .dejuro. . « vos lo pagas. . .
yo no soy malo de más.».
[92]
VERSOS CRIOLLOS
y aunque muy poco me cuadre,
bonego... te dejo padre
porque tos lo precisás.
Montó a caballo en seguida
sin mirar al asesino
y emprendió nuevo camino
para su casa afligida*
Ya no estaba comprimida
el alma del hijo ardiente;
y refrescaba su mente
pensando que había salvado
de que le hubiese pagado
un hijo que era inocente.
A LA SOCIEDAD CRIOLLA
PARA n
En su 6^ aniversarío.
Tengo en el bosque del alma
y con placer cultivados
yuyos que están impregnados
de persistente verdor,
yuyos de espeso follaje
y de prensoras raíces,
yuyos que en horas felices
suelen llegar a dar flor*
En ellos rueda la savia
de la primera sonrisa,
la que despertó sumisa
en los pliegues del capuz,
la que nació sin saberlo
para ser inextinguible,
huella que en placa sensible
dibujó un rayo de luz*
En ellos vive galana
derramando consistencia
la más delicada esencia
de gratísima visión;
aura que rompiendo el éter
[951
SLIAS REGULES
para quebrarse en el suelo
cayó sin ningún recelo
en cáliz de corazón»
Por ellos va circulando
entre fresca clorofila
la imagen que mi pupila
robó al agreste vergel,
copia de un mundo brillante
sobre sangre recibida
y en cierta fibra esculpida
por primoroso cincel
Hoy que cumples tus seis años
en perpetua primavera
dejar constancia quisiera
de lo que palpita en mi.
¿Qué te ofrezco? ... Tú bien sabes
que mis afanes son tuyos;
con las flores de mis yuyos
hago un ramo para ti.
L96J
OFRENDA
En el 7^ aniversario.
Esté sentada bajo la sombra
de ceibo que abre su flor carmín,
y se deleita pisando alfombra
de grama, trébol y macachín»
Entre sus trenzas , juegan claveles
con margaritas del pastizal,
oyendo el ruido de cascabeles
que en la garganta mueve el zorzal.
Blanco y celeste luce un vertido,
plagiado al cielo que la cubrió,
y hacia la izquierda guarda un latido
detrás de banda color punzó.
En sus oídos zumban floreos,
donde se mezclan con esplendor
de la calandria los bordoneos
y las endechas del payador.
Tiene en su aliento tu do el aroma
del espinillo y el arazá;
y su mirada puebla la loma
con el centauro del chiripá.
[97J
BLiAS &egui;bs
AltivA pide, senna manda,
muMtra osadía nada común,
ptro ha encontrado la tierra blanda
donda loa aaticet lloran aún.
Donde el jinete de crudas botas
sacude al potro su espesa crin,
para ofrecemos cadenas rotas
junto a la tumba del paladín*
Ella se nutre de una tapera
en que leyendas hay a granel,
y está repleta su cartuchera
contra el que osare tocar su pieL
Cumple eiete años brindando vida,
siempre gallarda, siempre gentil;
vaya mi nota la más sentida,
hoy que incorpora su nuevo ahiiL
Y al verla herniosa, fresca y sonriente»
cual la he soñado con gran pasión,
le engarza un beso sobre la frente,
baso de inmensa satisfacción.
r 981
UNO MAS
En el 89 aniversarim.
Voy a buscar en la selva
entre yuyales tejida»
la fragancia desprendida
de su alambique gentil;
vapores que van saliendo
de la silvestre maceta
con suspiros de violeta
y aliento de torongiL
Voy a pedir a los rayos
que prodigan sus primores
los más lucientes colores
de la paleta rural,
espectro que se derrama,
como eterna catarata,
con margaritas de plata
y ceibales de coral.
Voy a escoger en el seno
de los bosques virginales
las veladas musicales
de campestre inspiración,
donde la calandria bate
su primorosa bordona
y donde el boyero entona
m mÍB «antida canción.
ELIAS BEGUL£S
Voy II tacar del recuerdo
nutrido por la leyenda
hojaa de lucha tremenda
narrada con frenesí»
donde el coraje uruguayo
por libertar su regazo
compró pedazo a pedazo
en Rincón y SarandL
Voy a sondar sin reparo
lo que albergue mi cariño
de las horas en que el niño
balanceaba en un corcel,
y saltará delicada
una emoción imponente,
que el corazón nunca miente
cuando sólo habla por él.
Y aromas, cantos, colores,
recuerdos y sentimientos,
atados sin ornamentas
con lazos de patrio amor,
en su octavo aniveisario
placentero y satisfecho,
los prendo sobre tu pecho,
como mí ofrenda mejor.
[100]
A LOS NUEVE AÑOS
Con los anhelos cribados
bajo sauzales frondosos,
con los suspiros lujosos
de los campos perfumados,
con los idilios bordados
entre horizontes risueños,
con los bizarros empeños
de una visión encendida,
tejió el destino tu vida
sobre una cuna de sueños.
Y disipando el celaje
de convencional escollo,
fuiste galano pimpollo
con rocío de coraje.
Te ofrecieron homenaje
la colina y la hondonada;
y hasta en la zona poblada
diste brillo a tu divisa
con la fe de tu sonrisa
y el puñal de tu mirada.
Eras impulso nacido
de sensación primorosa,
eras la fuerza mimosa
que ata las pajas del nido^
eras el astro teñido
con atrayentes matices.
[101]
ELIAS REGITLBS
•«nto de nota» felice»»,
musgo con ansia de helécho
que entre las piedras dal pecho
clavó sus hondas raíces.
Así corrieron tus horas
por allanado camino,
con el ambiente genuino,
de boyeros y totoras;
y así constantes auroras
cincelaron con tesón,
en tu elegante pendón
celeste, blanco y rubí,
el más fino ñanditti
que luce tu galardón.
Yo, decidido soldado
de tu legión entusiasta,
admirador de tu casta
y de su altivo pasado:
yo, que tu rumbo he pisado
con emoción palpitante
hoy, a! mirar que arrogante,
flota entre lauros tu emblema,
de tu bruñida diadema
cuelgo mi aplauso vibrante.
[102J
A LA CRIOLLA
Mayo 25 de 1906.
Como miraje atrayente
vive a la memoria atada
una nube sonrosada
que vuela sobre mi frente.
Ella formó su textura
de los halagos crecidos
entre horizontes vestidos
con brumas de la llanura.
Ella cortó su atavío
de la extensa y verde tela
que la alborada cincela
con diamantes de recio.
Ella tejió su color
con la sangre de ceibales
y con los limpios corales
de margaritas en flor.
Ella decoró su encanto
pidiendo al monte galana,
la niebla de la mañana
para salpicar su manto.
[103]
ELIAS REGUI^BS
Ella legó su alegría
con laa escalas donoras
que hacen las aves cantora»
cuando se despierta el dia.
Ella nutrió sus veladas
con las endechas bruñidas
que se columpian sentidas
entre las cuerdas templadas»
Ella vio su masa Uena
con el león de la cuchilla,
el de flotante golilla
y de peinada melena.
£1 de pecho siempre abierta
el de brazo reforzado,
el señor cristalizado
para adornar el desierto.
£1 que puso sin desgano,
por libertar su esmeralda,
la carabina a la espalda
y el filoso sable en mano.
Tú que has visto en mi mareo
a esa nube prepotente,
cabes que es mucha y¡ ardiente
la impulsión de su aliteo.
£104]
VERSOS CRIOIXOS
Por guardar caros despojoi
dentro de tutil redoma,
por ser joya de la loma
donde se abrieron mis ojos.
Y ese delirio montes,
alzado en vientos risueños
es mi corona de sueños
que hoy deposito a tus pies.
1 m \
HOY
25 de Mayo de 1907.
Esa cinta engalanada
con flores frescas del monte^
que pintó en el horizonte
la luz de esta madrugada;
Ese vapor de la tierra
que fue a refrescar tu nido
con el aliento pedido
a los claveles de sierra;
Esa virazón salida
de los desiertos verdores,
como guirnalda de amores
entre los campos dormida;
Ese murmullo hechicero
que anunciando la mañana,
iiie a sacudir tu ventana,
con la canción del hornero;
Ese rumor intranquilo,
como de pena encubierta,
que dejó al pie de tu puerta
la vibración de un estilo;
[107]
BUAS REGULES
Esa copia de ladera
que transportó» fuerte y solo»
con su clarín el chingólo
sobre tu altiva cumbrera;
Ese elegante pertrecho
de jazmines y amapolas,
tibio collar de corolas
que tiemblan sobre tu pecho;
Esa chispa persistente,
llena de esencia suprema,
que se engarza en tu diadema
para denunciar tu frente;
Ese cordón de impresiones
rodando bajo tu alero,
con arrullo romancero
del humo de loa fogones;
Esa huella placentera
de atavismos perfumados,
que son recuerdos atados
con lazos de tu bandera;
Ese zalamero halago
que escintila en tu mirada
cuando se ve circundada
poi las leyendas del pago;
Y esa pasión en que gozas,
esa que hoy, alegre y grata,
entonó una serenata
frente a tu rancho de rotas;
[1081
VERSOS CRIOLLOS
Son la ofrenda obligatoria
qu© tus trece años florean,
son mis ansias que aletean
sobre tu fecha de gloria»
[109J
MAREO
Traza el alba snavemente
su pincelada lozana
y 96 asoma la mafíaha
por la puerta del oriente.
Alzan los pastos la frente
despeiezándose inciertos,
los macachines despiertos
abren sus blancos foliólos
y pregonan los chingólos
la diana de los desiertos.
Hay en la verde extensión
un rancho alegre perdido,
donde la noche ha vivido
horas de amena impresión.
Allí vibró el pericón
con relaciones y ruedas,
allí temblaron vihuelas
para lucir gallardía,
hasta que la luz del día
vino a marchitar las velas*
Teodoro ha visto rodar
en vaporosa cascada
horas de marca soñada
que no se puede pintar.
Aunque resuelto a luchar
notó su fuerza imponente;
[lili
SLIAS REGULES
y arrojado en ti torrente
«in rumbo, leño, ni bote,
se fue. . « como camalote
que lo llera la corriente.
Pero fie dora la cuesta
de brumas caraperaa llena
y la claridad ordena
que se termine la fiesta.
Guarda la cansada orquesta
sus tan repetidos sones,
se agradecen atenciones,
y en los pingos escarceando
salen los grupos buscando
sus distintas poblaciones*
Allá va, junto a la prenda
de filigrana con oro
el paisanito Teodoro
prisionero en la contienda.
Se empeña por darle rienda
a la x)ena que lo embarga;
y cuando el pecho descarga,
ve flotar por la llanura
inde9criptU)le dulzura
que tiene sello de amarga»
Llega al rancho. En el jardín
deja la flor pretendida
y eon tierna despedida
se ^ara el bailarín.
La memoria del fesítín
cada Vite más pura brilla;
[112]
VERSOS CRIOIXOS
7 « impiilios d« pesadilla
qua la forja una muchacha,
allá va un alma borracha
trotando por la cuchilla.
1113 ]
AL DR. MARTINIANO LEGUIZAMON
£71 la Sociedad Criolla.
Un rancho solo, un hornero
que canta encima de un nido,
un espiniUo florido
besado por el pampero,
un rumor bajo el alero
con leyendas de la sierra,
una golilla que encierra
toda la fibra de un bando
y una bordona cimbrando
sobre el amor de la tierra»
Dentro hay un foco encendido
quo sus destellos derrama,
haciendo clarear la fama
del contacto que ha sentido,
que como facón pulido
tiene brillo hasta en la cruz,
que desmenuza un capuz
para mostrarnos alhajas
y que atraviesa las pajas
con puñaladas de luz.
Eia vivienda retrata
una regional simiente
que fue la fecunda fuente
de las orillan dd Plata;
[U5I
EUAS REGUtJES
znjtnantial «on foensa innata
para imponer su nivel
y que, anhelando el laurel
de las libertades plenas,
dejó salvos de cadenas
a los reyes del corcel.
Y el foco que la ilumina
con fulgor exhuberante
es un cerebro arrogante
lleno de savia argentina,
es ese Montiel que trina
en su entrerriano regazo^
ese gallardo chispazo
que donde roza cautiva^
ese que al alma mtiva
le robó el mejor pedazo.
Nosotros, admiradores
del rancho y de su cortejo,
laguna que da el reflejo
de nacionales coloree,
ante la luz, muchas flores
ponemos en este día,
no flores de cortesía»
sino flores con halago
de un yuyo que en este pago
se le llama Simpatía*
[116]
ENTRE DOS GAUCHOS
PAYADA
— Métele uña al encordao,
empareja el gallinero
y atropellame ligero,
que aquí me tenés plantao.
No soy tigre retobeo
ni trabuco llovedor,
pero me bago tirador
por ver si algunas emboco
y cuando reculo un poco
es pá aíirmanne raejon
— ¡Ah, taura! . . , ¡qué convidada!
parece marcha peluda»
en que se ha cansao la muda
y tuito es pura parada.
Güeno, agarra la bolada
ya que tan filoso estés,
échate el sombrero atrás,
y sin dar güeltaa al cuete»
deci qué laya de flete
es el que te «grada más.
— ¡Caray! , • . no me hagas toser
que pongo cara de viejo,
me gusta el fkte parejo
co'mo candía de cforrer,
[117]
ELIAS REGt^US
coscojero haeta pa oler,
que responda sí le dentro,
y que ajuera o en el centro
cuando se tope a una china
vaya sacando una espind
que le estorba en el encuentro.
— ^Atá el cuzco que no ladre,
tirá los panas quemaos;
con esa tropa de ahijaos
tenes que ser muy contpadre;
y aunque tal vez no te cuadre,
contesta en pocos minutos
por qué dotores o brutos,
en el pueblo o campo llano,
le salen siempre al cristiano
tantos amigos fallutos.
— ¡Pucha!.., me cargaste fiero
como peludo que escarba,
te me has subido a la barba
como piojo parejero.
Eso es barro verdadero
pegao en cada segundo,
porque ya es viejo y profundo
que el cristiano, gordo o flaco,
es el bicho más bellaco
que hay en la estancia del mundo.
— ^Medio has salvado el barrial
y por música me has dicho
que el cristiano es el pior bicho
de tuílos los que hacen mal.
En tu lenguaje bagual.
[118]
VERSOS CRIQUiOS
torcido como Bobeo»
dale gusto a rai deaeo
de preguntarte y saber
si eso que llaman mujer
está en el mismo rodeo,
— Aura me vas a espulgar
pa saber si es lindo el queso,
pero. . . lo que yo sé de. , « eso
no te lo puedo enseñar.
Me has querido madrugar
pa que de golpe te cuente
si es que la mujer ea gente. • .
güeno..« y a vos ¿qué te importa?
cada cual coma su torta
como le permita el diente.
— ^Ya encontrasteg un portillo
pa salir de la manguera
y te largás campo ajuera
juyendo de mi cuchillo.
Junta las tabas, potrillo,
si te tenes por robusto,
y si el empacho de susto
no te dejó aflojador,
decime de qué color
es el pelo de tu gusto.
— ^No entreveres las haciendas
que el aparte da trabajo,
no dejes el freno abajo
porque se ensucean las riendas,
no me confundas las prendas
de plata y oro bordao
[1191
ELIAS REGULES
#011 componcte platío,
que el naco de tu yesquero
es un mozo forastero
que naides me ha presentao.
— voy a decirte duro
el pelo que más me agrada,
de las vacas la chorriada
de los pingos el oscuro,
de la» muchachas, dejuro
con cualquier color me amuelo
perdices que rain al vuelo
no se averigua el estao
Y ñ mancarrón regalao
nunca se le mira el peIo«
— ^Está visto que sos loro
ladino y muy chacarero, ^
si ansina sos de ternero
que te aguante otro de toro.
Tenes lengua de tesoro
pa cansar. • . no hay como el lazo;
y aunque ensilles el picazo,
te convido pa la juida,
que la gente de aburrida
nos va a tirar un balazo*
[120]
AL PASAR
Con el magno cortejo
de sus blasones
guardado por calandrias
que bordan flores^
al golpe amargo
de un tiempo que lo arroja,
se Ta el paisano.
lieva sobre su flete
las gayas prendas
que lucio en las reuniones
de las carreras;
y se incorpora
como rey que no quiere
dar su corona*
Va quebrando el herraje
las llamaradas
de un sol que se refleja
sobre oro y plata;
batiendo el freno,
contestan las coscojas
al escarceo.
Cubre el poncho nativo
so cuerpo rudo
y un chiripá bordado
duerme en sus nmslos.
[121]
ELIAS REGIILES
mientras la brisa
desenvuelve los pliegues
de su golilla.
Complementa la bota
cruda y sobada
una espuela en que baila
fuerte rodaja;
y el viento altivo
no arranca las amarras
de su barbijo.
Ha puesto en las maletas
sus horas grandes
impr^nadas con gotas
de sus cantares;
libro completo
de expansiones soltadas
bajo el alero.
Con ellas van las dichas
de otros instantes,
entre sauces movidos
por los zorzales,
cuando cruzaba
desparramando luces
la madrugada.
Con ellas se confunden
laa armonías
que, arando en tierra virgen»
pidió a su lira;
notas que ocultan
[122]
VERSOS caaiQUiOS
triateías de la tarde
llenas de brumm.
Con ellas van espinas
color granate,
pintadas con extracto
de duelo y sangre;
coro de penas
qne cuentan los quejidos
de las taperas.
Con ellas marcha el brio
de un pecho sano
que trenzó sus aromas
dentro del rancho,
y fue a ofrecerlos
en cambio de aire libre
para su suelo.
Con oeot atributos
se va el paisano
buscando entre la historia
su nuevo pago,
donde hará casa
con los limpios laureles
de 3U jomada.
Pero» al ver que se aleja
de nuestros días,
cantándonos sereno
la despedida,
formemos pronto
para pedirle el jugo
de sui retoños»
[mi
ELIAS REGULES
Que no nos lleve todas
las galas suyas,
que son esplendorosas,
grandes y muchas;
que de la raza,
nos deje para orgullo
troxos de su alma.
Marzo ~ 1907.
AYER
Para Sarandi del Yl, en cujom
archivos duermen mis primeras
alegrías.
Suena una nota. El ambiente
leves contornos esfuma
y sube huyendo la bruma
por acción de soplo ardiente.
Surca una flecha potente
la extensión en rumbo vago,
deja estela, cansa estrago»
el pie del cielo enrojece
y un día nuevo amanece
sembrando amores del pago«
Es que rodó por la altura
y salpicó la hondonada
una silvestre mirada
salida de la llanura.
Entre stig haces fulgura
un arrogante turbión,
que modela la impresión»
sobre la yerba tendida,
de una mente donde hay vida,
de un alma donde hay pasión.
Quiero, dijo, ese pedazo
de suelo verde y quebrado,
[1253
ISLIAS BEGtrXJCS
ese que trilló el ganado
- al ver viborear mi lazo»
Quiero unir en un abrazo
esas sierras y esos ríos,
las auroras, los rocíos,
las taperas y cardales,
donde guardan sus anales
los vibrantes sueños míos.
Quiero esa tierra de azares,
la de las rojas verbenas,
esa que escondió mis penas
y que regó mis cantares.
Esa que en sus gramillares
sobre mi potro he corrido,
esa que templó el latido
de mi bordona doliente,
esa que clavó en mi frente
tanto recuerdo querido.
Quiero el espacio que abarca
la cuchilla y el estero,
ese que cruzó el matrero
como rey de la comarca.
Quiero grabarle la marca
que en mi hombruno pecho ruge,
quiero que en él se dibuje
todo el vigor de mi garra
y hacer mi choza bizarra
con el tesón de mi empuje.
Lentamente fue surgiendo
de esas ansias un centauro^
que vio coronar su lauro
[126]
VERSOS CRIOLLOS
con lai dianas del estruendo.
Miró al porvenir sonriendo
y levantó soberano,
batido por el pampeano
aquilón del Sud-Oeste,
un pendón blanco y celeste
con el sol republicano»
Si acaso en hora enojosa
otra fibra nos espera
y esta sangre degenera
hasta una línea oprobiosa^
que esa águila majestuosa
torne a tender sus escalas
y que, inyectando sus galas,
enseñe otra vez su rol^
para volver hasta el sol
con el poder de sus alas«
1127]
ROJA
Recoge lento el lucero
BU mirada brilladora,
sembrando luces la aurora
sobre flores del ceibal;
y balanceando el penacho
en las ramas oscilantes
suelta sus trinos vibrantes
un gallardo cardenal»
Roja copa de bellezas,
dice, batiendo las alas,
que das vida con tus galas
al montesino dosel,
deja que inspire mi canto
en tu silvestre frescura,
deja que saque pintura
de tu purpúreo broquel.
Deja que cuente a los aires
las prendas que da tu aliento,
deja que le entregue al viento
gratos secretos de ti,
deja que arranque un gorjeo
de tu encarnada capota,
deja que empape una nota
en tu nectáreo rubL
Deja que beba cantares
MI #1 raudal de tu brillo,
[129]
ELIAS REGULES
dtl« « mi timbre tencillo
coloridos de arrebol,
deja que con hidalguía
todoi mis anhelos rinda
frente a tus hojas de guinda,
donde se abochorna el aoL
Deja que muestre mi queja
enredada en tus encantos,
deja que module cantos
nutridos con tu esplendor,
deja que, cortando espacio
ante tu faz purpurina,
te arroje la serpentina
de mi cariño mejor.
Calló el ave. Sus endechas
vagaron por la espesura,
como niebla de ternura
sobre campo de coral;
y rodando en el ramaje
con las ílores enlazadas,
fueron fielmente guardadas
en el centro del ceibal
Esa es la sangre del suelo,
que a la íaima y a la flora
galanamente decora
con su viWdo color;
y que, en las horas tranquilas
de sonrosados albores,
entre cantos y entre ílores
hace 0u rtfieho de amor.
[130]
ALBOR
Está el guapo mocetón
de sable y de lanza armado
gallardamente sentado
sobre alegre redomón,
está el guapo mocetón.
De pie, mirándolo fijo,
hay una mujer esbelta;
es una madre resuelta
que se despide del hijo,
de pie, mirándolo fijo.
Marcha, tu suelo te llama,
le dice, alzando la mano,
hay un mundo americano
que su libertad reclama;
marcha, tu suelo te llama.
Esa es la voz de tu ley;
yo no te puedo impedir
que vayas a combatir
contra el poder de mi rey.
Esa es la voz de tu ley.
Dueño del gigante ombú,
sacude la banderola,
que si yo nací española
oriental naciste tú,
dueño d«I gigante ombu.
VERSOS CRIOLLOS
La madre vive en el hijo
y el honor de éste es el de ella;
vete, mi araor es tu estrella
y tu bien, mi regocijo.
La madre vive en el hijo.
Que sea pendón tu golilla
y por él triunfes o mueras,
son las preces altaneras
de esta madre de Castilla;
que sea pendón tu golilla.
Adiós, ibérica púa
que llevas mi corazón,
adiósy huella del león
que pisó en tierra charrúa;
adiós, ibérica púa.
Por su patria y por su honor
movió al caballo el doncel;
y en Las Piedras» Ismael
cargó con bizarro ardor^
por su patria y por su honor.
f 132]
SOLOS DEL CAMPO
Yo soy la silvestre bruma
extendida en la colina,
como faja cristalina
que va derramando espuma»
yo soy la arrogante suma
de soñadas impresionea»
soy la lira de fogones
con cuerdas de agrestes hilos,
soy la que llora en estilos
y canta en los pericones.
Yo soy la ruda poetisa
de la tranquila espesura,
soy la que cantar procura
bajo luz de una sonrisa,
soy la musa que improvisa
con nutridos arsenales,
soy la que en medios rurales
halla el afán que le brota,
yo soy la bruñida nota
que arrojan los pajonales.
Yo soy la flor que se pierde
y que sola se deshoja,
soy la margarita roja
que salpica el campo verde;
yo soy la pena que muerde
sabré un recuerdo esoulpido,
[133]
JOilAS KEGULES
■oy un arroyo crecido
por la puaión desbordada^
yo aoy la sangre tirada
que viene a pedir olvido.
Yo soy la pureza franca
que se ostenta de relieve,
yo soy la gota de nieve
suspendida en la barranca,
soy la margarita blanca
que perfuma el arroyuelo»
soy el impulsivo anhelo
coronado en la victoria,
yo soy la nube de gloria
que Artigas puso en mi suelo.
Yo soy el glauco castillo
que en el monte se guarece
soy la savia que florece
dentro de un manto amarillo,
aoy la flor del espinillo
que prodiga su agasajo,
soy la que tiembla en el gajo
para exhalar un tesoro,
yo soy la cachimba de oro
que brota con el trabajo.
Yo soy la tela de grana
que teje el agua a su lado,
yo soy el raso encamado
con que el ceibo se engalana,
soy la corola sultana
que sus dominios explaya,
tl34]
VERSOS CRIOLLOS
yo soy la vida que ensaya
su vigor contra reveses,
soy la lluvia de altiveces
que mojó el alioa uruguaya.
Yo soy la flor que deaea
viento movido y galano»
yo soy el clavel serrano
que en la cumbre balancea,
soy el sol que pestañea
sobre la entibiada loma,
soy alambique que toma
fragancias para lucirse,
yo soy la ley que al abrirte
llena los vaUea de aroma.
Yo soy la flor sin esencia "
que saca su azul a flote,
soy la flor del camalote
que vive con indolencia,
soy la de pobre apariencia
que 66 hamaca en el abismo,
soy el celeste aforismo
que el ansia libre prefiere,
yo soy la carne que muere
cuando corre el patriotismo.
Yo soy el aire que encierra
todo el vapor desprendido,
yo soy el pasto crecido
con el Budor de la tierra,
yo soy espina de sierra
que su rastro colorea.
[136]
ELIAS RgGUUSS
yo «oy la inflamada tea
que fiobre el campo palpita,
yo aoy el pueblo que grita
cuando su banifera ondea.
ARRIBA
Flota risueño rumor
Bobre la dormida frente
y se agolpan en torrente
fantasías de vapor.
Cnua un edén seductor,
deja una estela dorada;
esa es la vida soñada,
la más linda de las vidas,
tener las horas vestidas
con una nube rosada.
Reina mortal desaliento,
crecen dudas» fallan lazos
y van cayendo a pedazos
los gritos del sentimiento.
Rachas de empuje cruento
dejan la ruta quemada;
esa es la vida palpada,
la más dura de las vidas,
con las horas escondidas
entre yerba envenenada*
Si por terrible decreto
debe seguirse la senda
donde se tiene la ofrenda
del desengaño completo;
si no es posible el secreto
de que la vida es acerba,
[137]
BUAS REGIALES
por más que falte reserra
cuando a la mente ne sube,
hay que mirar a la nube
aunque le pise en la yerba.
[ItB]
PARA PERICON
CabítUero.
Señorita,
S.
Mañanitas templadas
de primavera,
con extracto de rosas
y madreselvas^
sean la espuma
donde cruce la nave
de tu fortuna.
Horizontes perdido»
en lo infinito,
repletos de laureles
y regocijos,
sean la Pampa
donde la suerte sacie
tus esperanzas.
Si tu oido pretende
notas gallardas,
trata de contentarlo
con la guitarra;
donde mi tierra
ha llenado de encantos
todas las cuerdas.
Si tu gusto buscase
gratos sonidos,
muéstrale los lamentos
de los estilos;
[139]
12
ELIAS KEGULES
donde se expande
Id queja que en los campos
tiró un gigante.
C. — En las horas felices
que te deseo,
vayan entrelazadas
cosas del suelo;
y tengas siempre
flotando margaritas
sobre tu frente.
5, — En los días de lucha
que te señale
la suerte de la vida .
con sus azarea,
sean tus armas
el corazón y empuje
de nuestra raza.
C. — Cuando venga pintando
la madrugada,
que canten los zorzales
en tu ventana;
y que te muestren
las galas de mi cielo
Manco y celeste»
5. — Cuando caiga la tarde
sobre las lomas,
que un chingólo le anuncie
venir las sombras:
y que su canto
te dé amor por tu cielo
celeste y blanco.
[140]
VERSOS CRIOLLOS
C, — Si el rodar de las cosas
te lleva lejos,
apaga tus congojas
con los recuerdos;
que ellos reírescan
el cariño que tira
para la tierra.
5. — Si alguna vez pensaras
de jai el suelo,
donde tantos amores
forjó tu pecho
haz con tu pena
ti aje para enlutarte
hasta que vuelvas»
C, — Si ves una calandria
tejiendo amores
con esa filigrana
que le da el monte,
tírale risas,
que es mi pago que canta
sus alegrías^
S. — Si encuentras en los bajos
flores dorniidaSj
que cuando el sol las besa
resultan vivas,
busca su aroma,
que es la pasión regada
creciendo sola.
C. — Cuando pida la patria
que soñó Artigas
[141]
BUAS REGUUS
mi rangre y mi rentara
para su dicha,
no quiero lloros,
porque muero contento
81 muero criollo,
5. — Cuando la patria mande
sacar tu vida,
yo bordaré una cinta
donde se diga.
Siendo por ella
no debe haber divisas,
solo bandera.
C. — Aunque haya e&carcba en el agua,
pasaré el arroyo a nado
si usté me pide una flor
que esté sobre el otro lado*
S, — ¿Y qué Iba usted a conseguir
gastando esa valentía?
que lo muerdan los capinchos
o hallar una puhnonía.
C — Seguro que he de volver
a mi pago, no eé cuando;
pero, pasará algún tiempo
si hemos de seguir bailando.
S. — Siento que demore mucho
en dar la vuelta redonda;
por las dudas vaya pronto
que van a cerrar la fonda.
[142]
VERSOS CRIOLLOS
C. — Si me vé muy pensatiro
Y con facha de cobarde,
ea que me tienen cautivo
los recuerdos de esta tarde.
5. — Para impedir que esa pena
lo lleve hasta suicidarse,
póngase en la frente ortiga
y se entretiene en rascarse.
C — Donde haya rosal hay rosas,
donde haya fuego, hay calor,
y en el pasto que usté pise
queda brillando una flor*
S. — La tormenta da los rayos,
el manantial agua clara,
y en el suelo que usté pise
queda un pozo de una vara.
C. — Mi rancho bajo un ombú
parece im nido de hornero,
me gustaría no estar solo
cuando lo alumbra el lucero.
5* — Pues busque un perro que ladre
o un gallo que mueva el pico
o pida a la policía
que le mande algún milico.
C. — Aunque me tiene por vago,
cincho, si usted lo pidiera
que campiando una collera
ando a galope en el pago.
[143]
ELIAS REGULES
S. — Le dije que ni le miro
y debo largarle el resto:
que le pongan buen cabiesto
y que lo lle\'en d¿ liro.
C» — Cuando el azul de la altuia
tus ojos iluminaron,
las estrellas se inclinaron
para mirar tu hermosura.
5. — A tus potentes miradas
no hallarás quien se resista
si has podido a simplR vista
ver las estrellas ladeadas.
C. — Con esos gestos risueños,
como arrullos de palomas,
sos la flor que siembra aromas
en el jardín de mis sueños»
5» — No le resulten extraños
tus triunfos si son pequeños;
cuando se siembra entre sueños
se recogen desengaños.
[144]
A MI EXCELENTE AMIGO, ATILIO
SUPPARO
Después de haber leído sus
valientes sonetos crioÜos.
Con mano guapa y segura
trazó 5U pincel lozano
cuadros de niarcu serrano
sobre tela hidalga pura.
Se mueven en la pintura
garras de de] upo esfumado;
y variando el decorado
culi tintas blancas o rojas,
son sus sonetos coscojas
donde conversa el pasado.
Yo que entiendo ese lenguaje
pongo al pie de sus renglones
francas felicitaciones
por lo hermoso del paisaje.
Siga cantando al linaje,
como gloria lisonjera,
símbolo de amor que espeia
recortarnos los harapos,
para que se hundan los trapos
y que suba una bandera.
[145]
SOBRE POSTALES
Al ruiseñor con todos los gorjeo»
que su garganta musical encierra
prefiero las calandrias uruguayas
bordando los cantares de mi tierra.
« « «
Cuando se ha encendido el fuego
con astillas de pasión,
hasta las cenizas queman
si se revuelve el fogón.
» « *
Con desgracia o suerte plena,
es el paisano errabundo
taba que rueda serena
sobre la cancha del mundo.
« « •
Si el despertar es sonriente,
feliz quien lleve grabada
una eterna madrugada
sobre soñadora frente.
« « *
Yuyitos de bañado
son los deaeoi
que con poco rocío
crecen l^ao.
« « •
[147]
ELIAS REGULES
Cuando al cruzar 1j \itla
surjen barreras,
crece fiero el empuje
junto con ellas.
Y el que vacile. .
que pregunte a los gauchos
si hay imposibles.
» * «
Allí forjé mi sueño más dorado
bajo el aliento fresco del sanzal;
y hoy que cruzo el baríjllo riel poblado.
llevo siempre, sentida con agrado,
una lozana flor de campo en el ojaL
« « *
Quiero un ensueño lleno de vida
puesto entre gotas del pajuníiJ,
sobre la selva, virgen dormida
con los arrullos del cardenal.
« * «
Como clavel de sierra
son las venturas;
con aire se ahmenlan,
pero perfuman.
« • •
Como taba es la vida
que, en cualquier cancha,
rueda siempre girando
sobre esperanzas.
• « «
[148]
VERSOS CBIOIAJOS
Gigante con empuje de pampero
encima del corcel,
luz en la mente^ músculo de acero
y corazón de mieL
* • *
Busco el gentimiento humano
como corcel de vigor,
altivo, fuerte, serrano,
pero con freno galano
que le dé triunfo mejor.
« • *
La primavera manda
las golondrinas,
para sembrar los campos
de margaritas;
traje de gala
que usan al despertarse
nuestras lomadas.
« « *
Mis recuerdos son primas,
dentro del rancho;
y bordonas que lloran,
lejos del pago^
• « «
Son como algunas flores
las dichas todas,
que hasta después de muertas
tienen aroma.
« * *
[1491
iXIAS RKGXJLES
Cruzar con mucho* cuidados
el pago de los amores,
que los baqueanos mejores
suelen quedar enredados.
• • «
En el variable día
del alma humana,
son los primeros años
la madrugada;
feliz quien guarde
un pedazo de aurora
para la tarde.
» « *
Para que duren mucho,
viviendo írescos^
la planta y el cariño
precisan riego.
• * *
Andan las ilusiones
con poncho verde,
para indicar bien claro
que esperan siempre;
poncho liviano
que no ataja la lluvia
del desengaño.
« « *
[150]
VERSOS CRIOLLOS
Qiüero una ilusión bordada
con un estilo vibrante,
por un. hornero que cante
donde corra una cañada*
* « «
La pasión y el arroyo
bien, se parecen
en seguir siempre el rumbo
de la corriente.
Entre flores de ceibos^
los cardenales
encrespan sus copetes
como corales*
Fuego con llama
es la sangre uruguaya
que se derrama.
» * *
Bate sus alas la gentil paloma
buscando los azahares que ha querido;
y no halla un árbol con bastante aroma
como el naranjo donde está su nido*
[151]
PARA PERICON
Caballero^ — Paloma que andas saltando
entre ceibo y arrayánj
decime si en tus volidos
inirás a este gavilán.
Suinrila, — Pajarraco volador
por lu vida estoy inquieta,
acércate hasta mi nido
que te espeia una escopeta.
C — Quise volar y no pude
por la fuerza del dolor,
cuando quebrasles mis alas
con los chumbos de tu amor.
S, — Si usted no me ha coüiprendido
debe ser muy maturrango,
piense que yo nunca gasto
cartuchos para chimango.
C. — Se apagó la luz del sol
y vino la noche triste,
que vuelva la madrugada
del amor que me tuviste.
S. — El cariño que olvidaste
lo venís a reclamar;
cuando el caballo es bellaco,
yo no lo vuelvo a enfrenar.
[153]
ELIAS BEGUI^
C» — En tu mirar soberano
eitá prendido eite abrojo;
soy un perro con tramojo
que espera tu linda mano.
S. — Yo no te quiero atender
aunque vengas a llorar,
tengo miedo que al ladrar
puedas llegar a morder*
C. — £1 trinar de los cantores
pájaros de la mañana
es mi amor que se desgrana
sobre tu rancho de flores.
5» — Por máa que pidas, no trago
la copa de tus licores;
ya has desgranado esas flores
en muchos ranchos del pago.
C. ' — Mi corazón, aunque lerdo,
espera lo que usted mande
y tiene un potrero grande
para guardar su recuerdo.
S. — Tenga el potrero por punto
para enterrar su deseo,
porque en mi sentir lo veo
con mucho olor a difunto.
C. — Por si lo pide algún día
la dignidad de este suelo,
con los coloies del cielo
harás la divisa mía.
[154]
V3SRSOS CRIOLLOS
S, — Y que si caes, te suplico,
caigas como águila osada,
con la garra ensangrentada
Y la divisa en el pico.
C. — Aquí te ofrezco un íogón
con leña de la campaña;
yo no tengo mala entraña»
pero soy muy mancarrón^
5. — Lo debo tener presente
aunque lo digas tan mal,
sog ini chino muy bagual
para hablar donde haya gente.
C. — Con golilla de constancia
aquí me tenes rendido,
flor del monte que has nacido
para derramar fragancia,
5, — Si esta flor es el lucero
que te obliga a madrugar
preparé las de bailar
y habla con el jardinero.
C, — Aunque soy gaucho matrero
que no se deja agarrar,
por si me querés robar
aquí estoy de cuerpo entero.
5. — Te juro por esa luz
que, al contemplar tu persona,
no me animo a ser ladrona
de semejante avestruz.
[186]
13
ELIAS MQTO3BS
Mucha «ifia reforzada
me ha viito iiempre fortacho^
y afa<Mra me encuentro borracho
con ona sola mirada.
S, — Para que no le haga mal
esa miradita franca,
Táyaae a dormir la tranca
encima de un abro jai
C.-^Por BÓlo haberte querido,
decíme, ingrata, ¿hasta cuándo
me yaa a tener cnuando
por la noche del olvido?
— Seguí la marcha empezada
ein pronunciar un reproche;
cmánto más larga es la noche,
más linda es la madrugada,
I IM]
REVERDECIENDO
A LA SOCIEDAD CRIOLLA. — EN SUS BODAS
DE PLATA. — 25 DE MAYO DE 1919.
ClavelcB del aire abiertos
con sus ondas perfumadasp
margaritas coloradaa
pintando campos desiertos,
arazaes encubiertos
de aroma entre totorales,
penacbos de pajonales
que los bañados blanquean
y ceibos qm balancean
el rubor de sus corales.
Jilgueros sobre las ramas
golpeteando los sonidos»
horneros frente a los tiidos
prodigando sus proclatnas,
boyeros de agrestes famas
sembrando una melodia»
zorzales que al nuevo día
van sus trovas entregando
y calandrias entonando
la canción de la alegría.
Aleteos altaneros
de las águilas volando,
pumas que cnuan kamando
[157]
ELIAS REGtJLES
la humedad de los esteros,
toros henchidos de fueros
con mirar firme y rehacio,
moles que buscan despacio
la presa que están midiendo
y potros que van mordiendo
la libertad del espacio.
Un corazón enclavado
en las joyas del ambiente
destila el vapor s urgente
del medio que lo ha forjado.
Lleva en bu carne aferrado
el rastro leal del pampero,
toma con caudal entero
en las fieras la arrogancia
y en la selva la fragancia
de las flores del potrero.
Corazón que se levanta
con la fuerza del ensueño
para ser tranquilo dueño
de donde toca su planta,
en su fiebre se agiganta
con la luz de su desvelo
y, sombreando con el vuelo
las llanuras que despoja,
traza una rúbrica roja
sobre renglones del cíelo.
Sube con ansias y llama
en las puertas del deseo
y su armoniofo rasgueo
por el éter desparrama.
[IfS]
VERSOS CRIOLLOS
El firmamezito embabama,.
con acorde» de yíctoria«
salta una valla ilusoria,
rompe un eslabón aciago
y flota el alma del pago
entre corolas de gloria.
De ese corazón nutrido
por encantador arrullo,
como amor y como orgullo
aquí se guarda un latido.
Es aire puro escogido
que en el pecho se dilata
es una nube escarlata
que como aurora se expande
para presentarse grande
en estas bodas de plata.
Fue su vida un galardón
de regocijos sinceros,
con esfuerzos lisonjeros
entre brumas del fogón*
Puso al pie de su pendón
todo el oro de su banca
y prendió con mano franca
junto a las flores nativas
un ramo de siemprevivas
en la enseña azul y blanca.
Que recoja su botín
de hacer civica fortuna,
con recuerdos de la cuna
qua son matas de jardín.
Que sa toque de clarín
[150]
haftt» «I fh dii m«Id nfM
y que, dtntro do la raya,
tiemble coa patrio coraje
el coiñ%bú éel gauchaje
sobre la tierra uruguaya.
[160]
PROSAS
TRADICIONALISTAS
DISCURSO DE INAUGURACION DE
LA "SOCIEDAD CRIOLLA^^
Señores:
El coloso del mundo, la adelantada Europa, enri-
quecía valerosamente los siglog con el estrépito gi-
gante de sus triunfos; y en medio de sus brillantes
éxitos, embriagada quizás por el deslumbramiento de
sus grandezas, ignoraba un poco más allá del otro
lado de las muchas aguas« una faja de tierra robaba
enormes superficies a las inmensidades de los mares
y que, cual romántica matrona reclinada muellemente
de polo a polo, vivía feliz en su soledad, cultivando
los aromas de su flora exhuberante» y sosteniendo en-
tre sus bosques y montañas seres dichosos, en los que
palpitaban arrogantes, las casas grandes y las co-
sas chicas del caprichoso corazón humano.
Un día llegó en que la Europa conoció a la Amé-
rica, y en su febril delirio de dominarlo todo, el viejo
continente disculpado con el sutil derecho de la su-
perioridad, según criterio propio mandó sus hombres
a poblar el nuevo, disputando pasto a pasto y a bala
contra flecha el legítimo hogar de loa americanos.
Venció la civilización; el quejido postrero de la
raza cobriza fue apagado por las dianas de los vic-
toriosos, y la raza blanca, al levantar sus estandarte
sobre la tiofra conquistada, ocupó, entre otroa» el pe-
dacito del Sud que está escondido entre el Atlántico
y la corríebta del Uruguay.
ELIAS REGULES
Pasaron lo» días, tranaeumeron los años, y la na»
turaleza de aquel clima, obrando sobre la descenden-
cia de Io8 ejemplares importados, le imprimió el sello
de atributos nuevos y íijos, constituyendo asi un tipo
local que, con el traje de gaucho, lo hemos visto va-
ronil e ingenioso^ dominando las dificultades del me-
dio, el mismo que hemos observado derrochando in-
teligencia para suplir su ignorancia^ aquel que, con
la vincha en la cabeza y el brazo arremangado, blan-
dió su lanza en las cuchillas para traemos en laa
puntas de su inedia luna la patria nuestra con cade*
ñas rotas»
Ese gaucho, ese paisano sin ilustración, es la raza
uruguaya.
Los que lo encuentren chico, los que tengan rubor
de haber nacido donde grita el chajá, que escupan su
bandera y vayan a Horar bu deaventura entre el bu*
llicio de los mundos grandes; pero los que sentimos
el cariño del suelo, los que sabemos encontrar poesía
en montes de espinillos y en ranchos con ombú, te*
nemos el derecho de admirar en toda su esbeltez la
obra inteligente de una naturaleza generosa^ y rom^*
piendo con infantiles temores de que los méritos per*-
sonales lleguen a resentirse por preferir lo nuestro a
lo extranjero, podemos con la frente levantada, acer*
carnes, al modelo sencillo de la raza propia, de ese
hombre de los campos que, lleno de afecciones, ha
crecido en medio de asperezas y zozobras, enredadas
con cantos de calandria y con flores de ceibo.
No se achica el q«e conserva positivos entusiasmo»
por las cosas de su tierra; no se empequeñece el qua,
dentro del pago mira haci« atrás, para halagar »u
visita' con cuadros legendarios de titanes, uo vale me*
nos el que al través de las centuplicadas hipocresías
[164]
VERSOS CRIOIiOS
con que noi manejamo» en la incetante lucha de loi
hombres, sabe guardar intacta una lozana siempreviva,
para adornar con ella la historia de los Buyo9.
Bajo esa convicción y en la seguridad de obedecer
a un sentimiento grande, juremos hoy aceptar los co-
lores de la patria, sesgados por la diagonal de Arti-
gas, como simbólico compromiso de sostener con en-
tusiasta resolución nuestras viriles costumbres na-
cionales.
("l.a Tribuna Popular", Montevideo, 4 de setiembre de 1894.)
[165]
ELLOS Y NOSOTROS
Constituye un signo de pésimo criterio hacer alarde
de méritos, positivos o imaginarios, para levantarse
a la cumbre de las jerarquías sociales, y desde allí
tratar a todo el mundo con aire protector, sin más
facultades que las otorgadas por el vértigo de la va-
nidad y los humos del orgullo.
Pero también es notoriamente ilógico obedecer de
una manera ciega a la exagerada modestia de empe-
queñeceise siempre, llegando al extremo de conce-
derlo todo, para que no se vislumbre, en las palabras
o en las acciones, la más reducida silueta de censu-*
rabie pretensión o de refinada pedantería. La huma-
nidad en su avalancha egoísta duda de las recomen-
daciones descubiertas y acepta los inventados defec-
tos, llevándose por delante al hombre que se achica
demasiado»
Es en el justo término medio donde está la ver-
dad; y el correcto equilibrio resalta palpitante en las
serenas impulsiones del amor propio que prodigando
respetos a los demás, pide con grito altanero la es-
timación de sí mismo.
Dóciles a esa voz y en nombre de la dignidad las-
timada tenemos el derecho de exhibir nuestras pren-
das, para defendernos con energía de los golpes ale-
vosos que nos dirigen incógnitos adversarios, cómo-
damente guarecidos en las chismosas conversaciones
de café o disfrazados con la careta del anónimo en
las hospitalarias colomnai de lo« diarios muy acce-
sibles.
[166]
VBBSOS dUOLIiOS
Nos han tildado de retrógrados, enemigos eviden-
tes del mejoramiento continuo que simboliza el pro-
greso; nos han acusado de restauradorea perjudicia-
les de un gaucho que no existe, y en últinio desahogo
nos regalan, como calumnia de barrio sospechoso,
el titulo de compadres.
Descarguémonos. £1 progreso no es una palabra
sin sentido, destinada únicamente a auxiliar el én-
fasis con que quieran pavonearse los envenenados por
la fatuidad. El verdadero progreso consiste en el per-
feccionamiento de las cosas o de las ideas pasando
con enormes ventajas de lo malo a lo bueno o de lo
bueno a lo mejor. Sobre esta base, estudiemos la
conducta de ellos y la nuestra.
Este país, poblado por familias europeas, produjo
un día su raza propia, que por tendencias y con he-
chos resolvió cortar para siempre el cordón umbilical
que lo retenía unido a la madre del viejo continente.
Siguió su desarrollo, y al ir creciendo se fueron acen-
tuando los caracteres de organismo independiente, con
algo suyo, cada vez más pronunciado y cada día más
definido. Esa marcha continuará de una manera in-
cesante; y la aspiración del engrandecimiento tiene
como punto de partida* sean cuales fueren las diver-
sas rutas de sus manifestaciones, la convicción conso-
lidada de que poseemos atributos suficientes para le-
vantarnos, en medio de las demás naciones, con toda
la majestad de un pueblo libre.
Lo natural ha sido que en la evolutiva separación
haya aumentado gradualmente el colorido localista
de la reciente nacionalidad. Los países son como los
hombres. En su infancia se dejan sugestionar por las
opiniones que escuchan y todas sus ideas son pres-
tadas; en la juventud aparecen algunos juicios con
tinte personal y se rectifican en parte lo» conceptos
[167]
ELIAS REGULES
ajenoB; y cuando llega la virUidad confirmada, se
siente verdadera vergiienza en seguir, como testaferro,
las inclinaciones que no respondan a un convenci-
miento individual.
Nuestra tierra, que ya no es un pueblo niño, exige
a sus hijos el justo homenaje de pensar con cerebro
uruguayo, para sustituir por una entusiasta adoración
nacional la indiferencia con que valoran nuestras co-
sas los raalos orientales que, en un instante de im-
perdonable extravío, son capaces de pedir que se baje
la bandera celeste y blanca para reemplazarla por
cualquiera de las que flamean más allá del Atlántico.
Nosotros, los que tenemos ya constituido el sen-
timiento de la nacionalidad; nosotros, los que consi-
deramos que no es un derecho exclusivo de Italia, de
Francia o de Inglaterra tener costumbres propias;
nosotros» los que queremos la independencia absoluta
en la satisfacción de las inclinaciones, asi como la he-
mos alcanzado en la extensión territorial; nosotros los
que, sonriéndonos de los estacionarios, sabemos se-
paramos de las ideas embutidas con abuso de la irre*
flexión, y no titubeamos para comprobar con hechos
las seguras convicciones recogidas en los altares le-
vantados a la libertad del pensamiento, estamos más
adelante que los apegados eternamente a la extraña
teoría de que lo malo del vecino es superior a lo
bueno de casa.
EII0S9 que con los ojos cerrados admiten como óp*
timo todo lo que pueda pertenecer al extranjero; ellos»
que sin la más insignificante apreciación, condenan
los trajes nacionales para someterse en forma pacífica
al yugo de las modas europeas» por la única razón
de que han venido; ellos, que todavía no se han apar-
tado de las preocupaciones que podrían atenderse en
VERSOS CBIOLLOS
la época del virreinato o de la República Cisplatina,
pero que no se conciben setenta años después de 1825 ;
ellos, que aún desean prolongar la esclavitud, soste-
niéndola en las trivialidades de la ropa y en la co-
rriento fatal de los gustos, están como orientales mu-
cho más atrás que nosotros.
Luego, si hay retrógrados, no son seguramente los
que, encontrándose con los caracteres de ciudadano
más acentuados, entran de lleno al terreno en que se co-
locan los habitantes de esa Paria culta^ donde se hace
una religión del amor a la patria y donde se enseña
a los recién nacidos que el último tamango de Fran-
cia es preferible a todas las grandezas de Berlín.
El progreso no se mide por la ropa con que se
pasea en las calles aristocráticas. Si entrásemos al es-
tudio de los hombres viejos y los hombres nuevos,
valorados por la resultante de sus aptitudes morales
y de sus sentimientos generosos, tal vez encontrásemos
a nuestra época marchando con cuerpo de cangrejo.
Se dice que hemos restaurado con graves perjui-
cios un gaucho que no existe. Como exterioridad,
nada desaparece mientras la convenciónj de pocos o
de muchos* resuelva sostener el uso; y como entidad,
podemos admitir, sin miedo de réplica fundada, que
seriamos muy felices, que efectuaríamos un indiscu-
tible progreso, si pudiéramos traer a los días contem-
poráneos el ahna bien tallada del antiguo uruguayo,
que tenía su palabra por documento y por Dios su
deber, para encarnarla en una generación modificada,
donde los papeles ya no obligan, y donde se llenan
de feligreses los templos erigidos a la inmoralidad y
al egoísmo.
Somos también compadres. Este calificativo puede
ser denigrante en dos sentidos: significando la pér*
[189]
ELIAS 2USOULES
didft del hábito del trabajo para pasar la vida en ba'*
canal orgía, o representando el repugnante alarde de
grandes méritos para provocar quijotescamente la có-
lera de los demás.
Ni de una ni de otra numera nos cae ese sayo. Pue-<
dfn ponérselo aquellos que, sin ocupación conocida y
con pocos escrúpulos, hacen vida feliz, aristocrática
o plebeya, a expensas de la confianza de sus acreedo-
res o de los beneficios alcanzados en las ruletas po-
pulacheras o en los garitos de los clubes, y los que,
embriagados por la persuación de pertenecer a castas
distinguidas, no les al(;anza un siglo para hacer co-
nocer las cien vanidades que manifiestan en cada
segundo.
En la defensa va una divisa; Cariño nacional y de-
mocracia* Los que no la acepten, los que se hayan
equivocado al ingresar a la Sociedad Criolla» están
en tiempo de retirarse con todos los honores de una
atenclosa despedida. Los que quedemos, los que ex-
perimentemos cada día el aumento de la seguridad
con que han crecido nuestras opiniones, los que se-
pamos desdeñar las sofísticas explotaciones que de
nuestros gustos hacen, en la impunidad de la ausen-
cia, algunos infelices que ambicionan darse títulos de
superioridad escalando sobre nuestros cadáveres, po-
dremos siempie levantar con orgullo el programa de
nuestra campaña, concretándolo en estas palabras: La
civilización, que no ha legislado todavía sobre gustos
nacionales, no puede prohibir en el Uruguay lo que
consiente en todo el Universo.
-irr 1 lo--»- ^^^^^ Regules.
Marzo 17 de 1^9^. ^
("Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales". Año I.
Número 3. Montevideo, 5 de abril de 1895 Pági. 36 y d7J
[170]
DISCURSO DEL PRIMER ANIVERSARIO
DE LA "SOCIEDAD CRIOLLA"
Hace hoy un año. Los gratos recuerdos de las ho-
ras amenas, encontradas bajo la bizarra arboleda de
Piedras Blancas, estimulaban vivamente la fibra na-
cional de los concurrentea al paseo que acababa de
celebrarse: y teniendo por bandera el dignísimo pro-
pósito de ofrecer un tributo a sus afecciones urugua-
yas, treinta y tres compañeros, reunidos en el esce-
nario del Pabellón Podestá-Scotti, daban por funda-
da la Sociedad Criolla.
El tiempo ha transcurrido, y los hechos han de-
mostrado que aquella idea no rodó silenciosa a llorar
su desgracia en el vacio. Voces opuestas, impulsadas
por añejos errores, no han podida quebrantar la con-
vicción fundada de los que se sienten vivir entre ní-
tidas vinculaciones con las lomas y bajos y arroyos
y sierras, que forman el pintoresco cuadro bordeado
por el Uruguay, el Océano y el Plata.
La sorpresa de la novedad pudo engendrar repro*
ches; pero el examen tranquilo de todo lo que se
escondía detrás de cuatro detalles, intrínsecamente in-
diferentes^ no tendrá nunca media palabra de protesta
para los que sostienen el derecho de querer a su tierra
con la misma amplitud que se concede a los demás
habitantes del globo.
O el amor patrio es una mentira, inventada por el
hombre culto para explotar la sangre de las comuni-
dades Ignorantes, o tienen razón los que, en su nom-
14
[171]
ELIAS REGtTLES
bre, pretenden cultivar las tradicionc» hislóricaa de
un pueblo, para combatir, en el alcance de sus fuer-
zas, una desconsoladora época de indiferentismo na-
cional. Se han censurado con acierto las exageracio-
nes patrioteras de los cantores románticos, que pos-
ponían log discretos consejos del sentido práctico a
las enfermizas combinaciones de una imaginación des-
enfrenada: pero este error no da base para llevar la
reacción hasta el borde del extremo contrario, donde
sólo tropieza la mirada con el frío polar do la ne-
gación afectiva.
Los adelantos de los hombres llegarán a modificar
incesantemente los múltiples recursos de que se dis-
pon D:a para vencer las dificultades de la vida, y cam-
biarán las ideas con vertiginosa reforma, acelerando
de una manera eléctrica la marcha progresiva del
enriquecimiento intelectual; pero no podrán nunca
llevar su acción hasta el vedado campo del sentimiento
humano. Para esto no hay convenciones ni descubri-
mientos; hay organización preparada y efectos fata-
les Matarlo por completo, negar su realidad, es arran-
carle al hombre todo lo que tiene de feliz, para con-
vertirlo en una estatua de mármol, a que sólo pide
comodidades y bajezas*
Se desentona, pues, cuando se invoca el perfeccio-
namiento para encontrar detestable el aprecio del sue-
lo. Si esa argumentación se dirigiera a las prendas
de vestir que, en la insaciable fiebre de la variación
inmotivada, han sufrido las metamorfosis más incon-
cebibles, se les podría contestar a sus sostenedores:
No es la materialidad tangible de la forma lo que se
busca en este traje. En las ampulosidades de esta tela
y en el sonido de estas rodajas van envueltas remi-
[172 3
VSRSOS CRIOUiOS
nisceDciai placenteras, que son hermosas porque son
sentidas y que son grandes porque son nuestras*
Ha pasado ya un año. Ante tu aniversario me in-
clijio satisfecho y te presento el homenaje de tnis
más intimas emociones. Tú no eres sólo un recuerdo;
eres también ima esi)eranza« ¡Qué el porvenir te abrace
con cariño!
EU<íS Regules.
("Revisti NacioDal de Literatura y Cieneiafl Sociales**. Afio I,
m 7, MontevideOt 5 de jimio de 1895. Pág. 100.)
POR QUE CANTE A MI TAPERA
En las proximidades de aquel arroyo corrieron mis
primeras impresiones. Naturaleza con vigores primi-
tivos, marco agreste, verdad de la vida palpitando en
la sensación y horizonte de rosa con aleteos de ven-
tura dominaron el cerebro virgen, para consolidar
un trono inconmovible^ donde reina una huella inde-
leble y descollante.
Siguió 9u viaje el tiempo. Trasladado a la capital
de la República, regresaba en las varaoiones al pa-
raje de cuna, siempre invaiiable, sií^mpre galano,
siempre atrayente, hasta un especial dia que resolvió
mi permanencia en sitio lejano y en ambiente dis-
tinto.
Pasaron diez años. Médico y cabeza de casa, vuel-
vo a la localidad, por pocos días. Anhelo visitar el
sitio donde estuvo mi rancho y un paisano amigo me
hace saber que nada ha quedado : que sólo hay cardos.
— ^No importa, le contesto. Deseo ir. quiero ver la
tierra y el pasto. Me acompaña y cruzando el Paso
de la Yeguada pisamos el terreno solitario que en
otras horas tuvo población y movimiento.
Bajé del caballo. Recorrí varías veces lo que había
sido escenario de mis días infantiles, y no obstante
la mudez del momento, se atropellaron en mi fuero
íntimo las fosforescencia de un pasado plácido, que
tomó color y aumentó en fragancia con las evocacio-
nes del instante.
[174]
VERSOS CRIOIiLOfl
La estancia^ U población, sus coútomos, el campo,
los hombres varoniles, las haciendas, las marcas» las
señales» la doma, la yerra, la esquila, la madrugada
con toque de trabajo y de alegría, la marcha del sol
apuntando faenas, la tarde, perdedoras de luces, con
el recogimiento, acomodo, fogón y referencias que
quedan clausuradas, por orden del descanso, hasta
un nuevo concierto con cantos de gallos»
La pulpería, la reja, la ramada, la concurrencia,
las carreras, las riñas, los naipes, la policía, los casa-
mientos, los bautismos, las prendas de lujo y el chis-
porroteo de una mentalidad, sin cultivo pero grande,
evidenciando la alta potencia de la sangre que dejaron
los castellanos sobre el suelo de América.
Mis padres, sus caricias, sus cuidados, mis amigos .
niños, mi nodriza, mis juegos, mis travesuras y mis
amigos hombres que se recreaban en enseñarme y en
pedirme versos regionales, bajando de su edad para
entretenerme unos minutos con las relaciones de Re-
gulito.
£1 aroma del recuerdo iba adquiriendo tonalidad
triste. No lo quería amargo y resolví marcharme. In*
vité al compañero y salimos.
Silenciosos, descendíamos por una ladera, cuando
el paisano rompió el mutismo con esta manifestación:
— ^*^La verdá, doctor, es que cuando uno ha vivido
algunos años en una parte, y se va, y dispués de mu-
cho tiempo pega la güelta, y no haya nada, y se pone
a pensar en lo que allí vid o y le agradó, a uno se le
hace como un ñudo en la garganta.'^
[176]
iflngloaes do '*Mi Tapora"*.
££u» Regules.
(SuplemtMito del **0iaiio dri PlaU'*, Montevideo, 28 de di-
ciezobre de 1924.)
ciwi